Salvador Muñoz / Primer Informe: La mujer me regaña cuando le cuento. Subía la avenida Justino Sarmiento cuando vi a la anciana en pleno ascenso de esa calle cargando una enorme bolsa de plásticos. Me orillé y le pregunté hacia dónde iba. Ella dijo que por la avenida Miguel Alemán. A ojo de buen cubero, calculaba unas diez enormes cuadras. Le pregunté si podía llevarla y con una sonrisa en la cara me respondió que sí. A empujones, aplastones y esfuerzo, su gigantesca bolsa entró en la minicajuela del carro.
Encaminé hacia la famosa avenida tratando de ubicar el negocio receptor de plásticos mientras preguntaba a doña Lupe (ya para eso, le había preguntado su nombre) qué hacía cargando esa bolsa y si no había alguien que la ayudara. Me dijo que su nieto iba a traer la bolsa, pero le avisó que su moto había tenido un desperfecto. Era evidente que entonces, a la señora le urgían algunos pesos.
Llegamos a la calle de Ruiz Cortines y pidió que me dirigiera a la avenida Lázaro Cárdenas. “Mero en la esquina, dando vuelta”, me dijo, allí estaba el centro receptor de plástico. Cuando damos la vuelta, me estaciono, su cara que venía sonriente, se rompió… ¡estaba cerrado! ¿Y ahora? “¿Y por dónde vive?” le pregunté. Doña Lupe me dijo que por La Rotonda… es decir, que del punto donde yo la encontré hasta donde dice vivir, había hecho medio recorrido a su destino. En otras palabras, ¡caminó un chingo con esa bolsa de plástico enorme sobre su cabeza! Nuevamente le pedí que fungiera como mi guía… la sonrisa volvió a su rostro. En el regreso, me dijo que no tenía mucho que su hija había muerto y que por eso, estaba a cargo de sus dos nietos, uno de 15 y otro de 19 ó 21 años… no recuerdo. Le pregunté la edad y me sorprendió: ¡71 años! Si bien me dijo que ella gozaba ya de ese programa de 68 y Más, sus nietos no tenían participación en ningún otro programa. Entramos por La Rotonda y pasamos por un altar a una Virgen y llegamos a su casa. En ese momento, su nieto y otro joven, sacaban la moto para revisarla. No le preguntó por mí, ni de dónde venía, ni qué hacía… cosa que no le importó a Doña Lupe, que se metió a casa y con una enorme sonrisa se despidió.
Segundo Informe: La madre de la Mujer quiere comprar pollo para los abuelos. Parece una simpleza para mí pero para la señora sí es un enorme problema porque el pollo debe cumplir ciertos estándares de calidad y sabor que tenía El Campirano de allá por el Sumidero. Así que la Mujer le ofrece varias opciones que van desde el que está antes de pasar la vía, el que está después de pasar la vía, el que está por la avenida Miguel Alemán y no sé cuál más… para mis adentros, yo sólo pienso: por qué no un paquete del pollo de la 4T… ¿cuál es ése? El Pollo Feliz, Feliz, Feliz…
Escuchando la plática, me entero que uno de los estándares de calidad que busca la madre de la Mujer, es que el pollo esté suave, muy suave, como el del Campirano… los abuelos han perdido la mayoría de sus piezas dentales…
Camino a casa, la Mujer me dice: “¡Mira!” Volteo y veo un local con el letrero de “Renta”. Ahí, hace un tiempo, los domingos que pasábamos, había mucho gente comprando pollos del Campirano… no recuerdo cuándo cerró el negocio pero me dicen que desde que mataron al hijo del propietario, se vino abajo. Dicha tragedia, si no mal se recuerda, ocurrió allá en el 2016, cuando intentaron secuestrar al dueño del negocio, y el hijo, en su lucha por evitarlo, fue baleado.
La lluvia interrumpe los deseos de la madre de la Mujer por comprar un pollo rostizado para los abuelos, pero les aseguro que será en cualquier establecimiento, menos en el que yo hubiera optado: en el pollo de la 4T.
Tercer Informe: Encuentran par de manos en un bulevar de Tuxpan… sí, un par de manos y por sus dimensiones, al parecer se tratan de alguien menor de edad. En una nota simultánea, se reporta el ingreso al hospital “Dr. Emilio Alcázar”, de un joven de 15 años con las manos amputadas. Debido a las condiciones y tiempo, además de que se carece de un especialista en cirugía reconstructiva, fue imposible unirlas de nuevo a sus brazos, de acuerdo a los últimos reportes del Reportero Ignacio Carvajal.
El mismo Periodista muestra las fotografías de un joven cubierto de pintura gris con letras blancas cuyas leyendas dicen “Por rata me pasa esto”. En una segunda imagen, el joven está de rodillas rodeado por un grupo armado. Se supone que estos sujetos detuvieron, juzgaron y condenaron al joven a perder sus manos “por rata”.
Epílogo: No quise ver el Primer-Tercer Informe. Los conceptos en cualquier informe, por lo regular son generales y positivos. Sin embargo, cada familia, cada persona, es seguro que tenga un informe más detallado de la realidad que vive al día y es seguro que contraste en mucho/poco, de acuerdo a la feria, con lo que haya dicho este domingo el Pejedente.