Los que se dedican a la política saben que se puede permanecer impune mucho tiempo si se tiene con qué negociar, si se sabe negociar. Y Érika Ayala es una mujer que ha permanecido mucho tiempo en la política y en la función pública porque sabe negociar, porque tiene con qué negociar. En Libertad bajo Palabra documentamos puntualmente los excesos de esta lideresa del Cobaev, que creó una nómina particular para todos sus amigos aviadores quienes durante años han estado cobrando sin presentarse a trabajar.
El secretario de Educación, Zenyazen Escobar, inició una campaña en contra de la diputada, quien por cierto votó en contra del juicio político para Jorge Winckler. La campaña incluyó datos que durante años el periodista Armando Ortiz ha documentado en diferentes medios. De hecho, en su momento fue un escándalo saber que el hijo de Érika Ayala, a pesar de que era menor de edad y que no tenía estudios universitarios, tenía plaza de profesor de tiempo completo en el Cobaev.
¿Y qué ha pasado? Nada. Porque lo más seguro es que Érika Ayala ya negoció, ya está entregando buena parte del pastel que se comía sola al secretario de Educación, que desde sus tiempos de stripper era bueno para la lana, sobre todo si se la ponían en la tanga a la hora de bailar.
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