Cuando la magistrada Yolanda Castañeda dijo la célebre frase: «Ya cualquier pendejo puede ser magistrado» se refería a Edel Álvarez Peña. La magistrada y muchos otros abogados sabían que Edel Álvarez Peña en su vida había litigado. El señor fue escalando puestos gracias a sus contactos, su abyección, servilismo y su bribonería. ¡Pero que levante la mano, aquel imputado al que Edel Álvarez Peña lo haya librado de la cárcel! ¡Que levante la mano aquella persona que haya gozado de la justicia que el oficio del hoy presidente del Tribunal le haya brindado! Nadie.
Bien lo describe Mussio Cárdenas en su columna Informe Rojo: «Eterno bribón, Edel Álvarez se imaginó en un tribunal a modo, con magistrados inventados y jueces venales, una purga de “incómodos” al estilo de las mafias, o los imputados por zetas de andar en su nómina. Así hasta que en el Poder Judicial Federal algo comenzó a alertar. Le brotan los fuegos dentro y fuera del Tribunal, atizados por sentencias infames con tufo a corrupción, a tráfico de influencias, a un inmundo desprecio a la integridad de la mujer. Un ejemplo, el caso del Porky Diego Cruz y sus cinco años de cárcel por pederastia cuando debió ser de 12 a 40 años por pederastia agravada».
Edel Álvarez Peña beneficia a la gente con dinero, prostituyendo con esto el Tribunal de Justicia a su cargo. Si los magistrados que sí se fajaron duro para llegar al digno puesto que tienen quiere que el TSJ sea un prostíbulo, reelijan a Edel, pero si no, pónganlo el ignominioso lugar que le corresponde.
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