Lorenzo Portilla, el todavía titular del Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz, dijo a pregunta de los periodistas de Acover, que no pudo con los desfalcadores, con las empresas fantasma, no pudo con los evasores porque “fue una perfección lo que hicieron, que tuvimos que ir a los beneficiarios”. Lo que Lorenzo Portilla hace una confesión de su incapacidad, de su ineptitud, de sus torpezas. Él, como auditor, estaba para descubrir a esos que perfeccionaron sus métodos, para eso se le paga, para contener los fraudes, las evasiones, los robos.
Ahora resulta que Javier Duarte y toda su camarilla fueron demasiado para Lorenzo Portilla, el auditor con doctorados y maestrías en fiscalización. Pero habría que recordarle a este imperfecto sujeto que los periodistas de Animal Político, sin tener sus doctorados ni maestrías en auditoría ni fiscalización, dieron con las empresas fantasma, con los prestanombres, con los defraudadores.
Animal Político realizó un trabajo de investigación tan completo que a ellos deberían entregarles la oficina del ORFIS y a Lorenzo Portilla un lugar en alguna celda, junto a Duarte, el que lo puso de rodillas con el perfeccionamiento de sus métodos para robar. ¡Y todavía quiere reelegirse otros siete años! Si tuviera dignidad se retiraría, pero un extorsionador no tiene dignidad.
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