En Veracruz, se respira un ambiente tenso, sus moradores no lo dicen, pero saben que no deben salir de noche. Su economía se ve mermada por la ausencia de clientes, los secuestros y feminicidios van al alza. Sin embargo, las autoridades tienen una visión triunfalista, piensan que van ganando la batalla de la inseguridad. Es cierto que ya hay presencia de la Guardia Nacional, no obstante los malosos siguen haciendo de las suyas. Ahí está la prueba con el infame asesinato del exalcalde de Yecuatla, Rogelio Ayala Palomino.
La situación resulta preocupante, ya que los objetivos del crimen organizado se han ampliado, no sólo peligran los potentados y ricos, sino que ahora un simple comerciante ambulante o los hijos de humildes obreros, también pueden ser víctimas. En el centro del país, ya hay conocimiento preciso de la situación que se vive en Veracruz, las recurrentes visitas del primer mandatario no son fortuitas, son bien estudiadas y algunas se hacen con la intención de fortalecer la endeble figura del mandatario estatal.
En Veracruz, los organismos encargados de la seguridad, junto con sus responsables, están perdiendo la batalla contra el crimen organizado. Esa es la sensación que tiene gran parte de la sociedad Veracruzana. Y eso, no es poca cosa.
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