Tiene razón el gobernador, la acción delictiva de Édgar Spinoso debe tener un castigo: «Estamos para que se respete la ley, somos garantes de eso y nadie puede estar por encima de la ley», señala muy orondo el gobernador. Lo dice porque sabe que el nepotismo no está tipificado como delito, aunque el nepotismo conduzca hacia el conflicto de intereses o el tráfico de influencias, que sí están tipificados como delitos en el código penal.
El gobernador Cuitláhuac García no está exento de una sanción moral, ante el hecho de haber mentido a los veracruzanos, al propio presidente de México; y es que ocultar la verdad también es mentir. El gobernador nunca quiso reconocer la consanguineidad con su primo-hermano Eleazar Guerrero, pero ahora que ya es evidente su consanguineidad, el gobernador ampara su cinismo en el hecho de que el nepotismo no tiene sanción jurídica.
Habría que recordarle al gobernador que el propio presidente emitió un Memorándum en contra del Influyentismo y el Nepotismo, donde la sanción moral es todavía más rigurosa.
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