En su carta de renuncia, Carlos Manuel Urzua, exsecretario de Hacienda, dice en un párrafo: «Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de intereses». Es decir, Carlos Urzúa está denunciando que en las esferas más altas del gobierno de López Obrador se da el influyentismo y el conflicto de intereses que es el resultado del nepotismo.
En el art. 3 fracción VI de la Ley General de Responsabilidades Administrativas, menciona qué se entiende por conflicto de interés: «La posible afectación del desempeño imparcial y objetivo de las funciones de los servidores públicos en razón de intereses personales, familiares o de negocios». Señala el mismo portal del Secretaría de la Función Pública: «Estos conflictos surgen cuando una persona tiene y toma la oportunidad de anteponer sus intereses privados a sus deberes profesionales; y por lo tanto, puede incurrir en un acto de corrupción».
Con esta carta de renuncia Carlos Urzua sepulta el “Memorándum en contra el influyentismo y nepotismo” que dictara AMLO. Si en este momento López Obrador no mide con cuidado su próximo movimiento, si no mide sus palabras y desdeña la salida de Urzúa como si se tratara de un simple cambio, entonces el país se le va a ir de las manos.
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