En Libertad bajo Palabra no le tenemos miedo a las palabras, y por ello a las cosas las llamamos por su nombre. Javier Duarte, exgobernador de Veracruz, se merece con creces el apelativo que ponemos en el título. Y no sólo por el gran saqueo que llevó a cabo en Veracruz, que fue monumental y que él sigue negando. Ahora el exgobernador, preso en el Reclusorio Norte, se ofrece como testigo pues presume tener información privilegiada que puede integrarse a las carpetas de varios funcionarios de alto rango que están siendo investigados por la Fiscalía General de la República.
El hijo de la chingada de Duarte dice que como buen ciudadano su deber es colaborar en esas investigaciones. Duarte dice que cuenta con información valiosa y detallada en contra de algunos exfuncionarios públicos, y aquí no dice si esos exfuncionarios están o no siendo investigados. ¿Qué es lo que busca Javier Duarte? ¿De quién se quiere vengar? ¿Se vengará de Peña Nieto quien lo dejó a su suerte, a pesar de que ya dijo que el expresidente le dio dinero para sobornar a Elías Beltrán de la PGR? ¿Será que quiere aparecer suicidado en una celda del Reclusorio Norte? ¿Quiere poner en peligro a su esposa e hijos?
Y es que las personas a quienes piensa acusar no se andan con contemplaciones. Total, ya lo dice el dicho: «No es indio el que no se venga», y Javier Duarte, por muy fifí que se haya sentido, siempre tuvo alma de indio, un indio muy hijo de la chingada.
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