Cuando la madre de este ladrón se enteró que su “bebé” había sido abatido, corrió a buscarlo y a gritos pidió que la dejaran ver a su bebé: «Señorita, déjeme verlo, eso no me lo puede quitar, señorita, déjeme ver a mi bebé». El amor de madre es el amor de madre y finalmente, delincuente y todo, pues es su hijo, su sangre. Sin embargo, sirva esta escena para la reflexión.
En muchos casos los padres saben a qué se dedican sus hijos; algunos de los padres hasta disfrutan de las ganancias mal habidas de sus hijos y por lo mismo hasta fomentan su conducta delincuencial. Pocas veces las madres de esos delincuentes se ponen as pensar en el daño que sus hijos causan a la sociedad y a personas en particular, a sus familias. Pero eso sí, una vez que los hijos caen abatidos por las balas, entonces sólo les queda llorar y pedir que los dejen ver a sus “bebés”.