Los que conocimos a la maestra Gloria Sánchez como luchadora social nos sentíamos orgullosos de contarnos entre sus amigos. La vimos mantener su postura de izquierda intachable, siempre del lado de las causas sociales. En lo particular a mí me tocó ir a dar pláticas sobre literatura a un grupo que ella presidía en el local de la Avenida Xalapa, frente a Economía. Después con gusto acudí a su llamado para ser jurado de uno de los concursos de cuento que convocara la recién nacida Morena. Pero una vez que Gloría Sánchez llegó al Senado, a la tribuna de los senectos, la maestra perdió la sensatez tratando de defender lo indefendible.
Gloria Sánchez no le debe su puesto en el Senado a nadie, ni al mismo López Obrador; mucho menos a Cuitláhuac. Por lo mismo no se explica uno cómo se sumerge en el ejercicio de la abyección. Presume Gloría Sánchez, en Twitter, su esfuerzo abyecto por defender al indefendible Cuitláhuac García: «Les comparto un comunicado que condena el intento de linchamiento mediático del Fiscal General del Estado de Veracruz contra nuestro Gobernador, @CuitlahuacGJ».
Con la publicación de este comunicado, la senecta senadora defiende la mentira, la deshonestidad y el nepotismo del gobernador de Veracruz. La pobre mujer habla de un linchamiento mediático, como si las torpezas de su gobernador y sus fallos no fueran dignas de una crónica periodística. Pobre Gloria, cuando debería hacer gala de su experiencia, sólo hace gala de su insensata abyección.
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