Coatzacoalcos: el alcalde, la terquedad, la ley violada, el bloqueo

Los trabajadores municipales de Coatzacoalcos cumplen su palabra y bloquean las entras y salidas de ese municipio FOTO: WEB
- en Opinión

Mussio Cárdenas Arellano / 

* Víctor Carranza y las ganas de joder  * Año y medio de atropellar acuerdos  * Y que lo aprieta el SUEM  * Cinco horas sin entrar ni salir de la ciudad  * Bloqueo al estilo López Obrador  * Narro le da el tiro de gracia al PRI  * Claudia Balderas: doctorado en cinismo  * Mina: violencia en pleno cabildo 

Sólo por joder, Carranza se encaja con los de abajo. Hostiga al gremio sindical, recorta personal, reduce salarios, suprime plazas, los ignora, les promete, los vuelve a ignorar y así, atropellando derechos que impactan en el bolsillo, en la mesa, en el hogar. Por eso le bloquearon los accesos a la ciudad.

Sacado del fango de Pemex, Víctor Manuel Carranza llegó a la alcaldía a sumir en el olvido a Coatzacoalcos, año y medio en parálisis total, ni una obra digna, el caos desde que sale el sol hasta el ocaso y los malosos en el paraíso: narcomenudistas, secuestradores, falsificadores de actas de cabildo, policías implicados en violación, en la nómina oficial.

Un fiasco el ahijado de Rocío Nahle, la secretaria sin energía de López Obrador.

Al gremio sindical, sus empleados, Carranza los echa con falacias, los lanza al desempleo esgrimiendo austeridad, los persigue y les va arrancando prestaciones laborales y beneficios de ley.

Infla, en cambio, la nómina con adeptos y adictos, los que se casaron con la causa de Morena y ahora cobran salarios de lujo y los que viven en el vicio del que no pueden escapar.

Carranza es así: rapaz.

Torea al Sindicato Único de Empleados Municipales desde el primer día. Y le conculca derechos al personal de base, trabajadores con 20 y 30 años, eventuales y los que cubren vacaciones y suplencias, los que no ganan ni en sueños lo que el alcalde, la sindica y los regidores, y el dúo dinámico, los Pintos, y el séquito de rémoras egresadas del partido color ladrillo, Morena.

Su última treta fue negar el pago del quinquenio, beneficio que perciben los trabajadores en porcentajes respecto al salario con incrementos por cada cinco años de antigüedad.

Eso y desconocer acuerdos ante el Tribunal Estatal de Conciliación y Arbitraje, provocó la radicalización del SUEM que bloqueó los accesos a Coatzacoalcos por cinco horas.

Juntos —Carranza, su madrina Rocío Nahle y la escoria de Morena— siguen haciendo historia.

Van 19 meses y el alcalde es la misma piedra. No anda ni hace andar al municipio. Año y siete meses en sus manos y Coatzacoalcos sólo ve derroche, el presupuesto agotado por la deuda heredada por los gobiernos priistas, adeudos con la Comisión Federal de Electricidad y créditos bancarios con altos intereses cada mes. Y el resto se lo lleva la nómina municipal.

Al sindicato lo sacudió con una reingeniería administrativa tramposa. Ante una nómina obesa, se quedaban los empleados de confianza con altos salarios y se iría una buena parte de los trabajadores sindicalizados, los de a pie. Así de burdo y de cruel.

Primero golpeó reteniendo salarios. Llegada la quincena, los empleados acudían a los cajeros bancarios y la consulta arrojaba ceros. 

Luego comenzó a mentir. Ofrecía regularizar pagos y terminó corriendo al personal. Al final, aplicó otro recorte, provocando una reacción inédita: lo empleados protestaron frente al palacio municipal y de ahí se trasladaron a la Catedral de San José urgiendo un exorcismo al edil.

Demandado por diversas violaciones al contrato colectivo de trabajo y el despido injustificado de más de una treintena de empleados, Víctor Carranza respondía con palabras huecas, maniobras tipo Pemex donde solía negarle a los petroleros ropa de trabajo.

Su asesor jurídico, Laureano Malpica Alemán, con salario estratosférico —prestigiado despacho pero sin título ni cédula profesional—, juega al compromiso de saliva, la solución que nunca llega y la reversa a la hora de cumplir.

Así toreó al Sindicato Único de Empleados Municipales y a su líder, Gersaín Hidalgo Cruz. Ofrecía respetar los derechos laborales y cumplir con el contrato colectivo de trabajo, conjurando la huelga que el 1 de julio debía estallar. Y volvió a mentir.

Al anochecer del 30 de junio, un audio circulaba en redes sociales alertando del bloqueo a los accesos a Coatzacoalcos. Advertía la tensa relación entre el alcalde y el SUEM, el incumplimiento, la palabra burlada. Y fijaba para las 5 de la mañana del lunes 1 de julio el sitio a la ciudad.

Quiso Carranza exculparse y maquillar el conflicto. Invocó el estado de derecho que suele atropellar, desdeñando a jueces, llamando “tribunal de quinta” al Tribunal Estatal de Justicia Administrativa, desacatando sentencias, suponiendo que su madrina, Rocío Nahle, responsable del caos político, social y de seguridad que se vive en Coatzacoalcos, lo podría salvar.

Le respondió Gersaín Hidalgo. Lo llamó “mentiroso”, el que le roba al pueblo, violador de las condiciones de trabajo, que carece de palabra, con asesores jurídicos que lo llevan al filo del abismo y lo lanzan desde ahí.

Horas después, a eso de las 5 de la mañana, trabajadores del ayuntamiento de Coatzacoalcos bloquearon los accesos a la ciudad. Miles de obreros no pudieron trasladarse a la zona industrial. Estudiantes que viven en poblaciones vecinas llegaban hasta el punto de bloqueo, caminaban y abordaban transporte para llegar a sus colegios. El movimiento laboral y económico se entorpeció.

Irritados, los empleados responsabilizaban a Carranza Rosaldo del caos. Reprochaban las tretas, la constante agresión al trabajador, el despido injustificado, la reducción de salarios mientras los integrantes del cabildo y la casta de funcionarios inútiles recibían aumento en su sueldo.

Campeaban insultos, mentadas, increpando al alcalde, exhibiendo su lado ciego, y sordo, y torpe.

Cinco horas después, el bloqueo cesó. Se trasladaron a las oficinas de Tesorería, Dirección de Obras Públicas y palacio municipal. Y ahí se apostaron.

Y volvió la andanada. Vio Carranza el repudio en redes sociales, de nuevo la mentada, la sentencia de que tarde o temprano se tendrá que ir. Ya desplaza a Iván Hillman, del Clan de la Succión, como el peor alcalde de Coatzacoalcos en su historia.

Luego vendrían las baladronadas. Víctor Carranza, el santurrón, invocando la ley que gusta violar, el amago y la amenaza por el bloqueo, las denuncias en curso por la toma de las vías de acceso, el uso de camiones y maquinaria apostados en los puntos de conflicto.

Pillastre vil, ha de olvidar el alcalde que los bloqueos, la toma de carreteras, el cerco a pozos petroleros, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con las corporaciones policíacas hasta sentir la macana y el tolete sobre el cuerpo y la sangre sobre escurriendo por la cabeza, fueron la táctica de Andrés Manuel López Obrador en sus días de activista, agitando a los pueblos, levantando a sus huestes contra las instituciones y mandándolas a volar.

Lo del Dios peje, en 2006, fue demencial. No fueron cinco horas de bloqueo. Fueron 47 días apoderado del Paseo de la Reforma y el Centro Histórico, campamentos en la vía pública, sobre 5 de Mayo, Madero, el zócalo donde al final se autoproclamaría “presidente legítimo”.

Eso sí fue violación a la ley.

Abusivo del poder, Carranza se mofa de los tribunales sentenciando que su palabra vale más, y al ver la revuelta implora que la ley se aplique al SUEM, que el Servicio de Administración Tributaria indague en cuentas bancarias del líder y de la organización sindical.

Habría que indagar también los pecados del presidente municipal, el destino de los mil 600 millones de presupuesto anual que se esfuman en sus manos, sin obra pública decente, favoreciendo a los contratistas del Clan de la Succión, los Fosado, o los incondicionales del compadre de Rocío Nahle, el empresario Arturo Quintanilla Hayek, o esclareciendo dónde fueron a parar los 100 millones recuperados de lo que Javier Duarte le robó a Coatzacoalcos con la sumisión cómplice del ex alcalde Joaquín Caballero, al que por cierto, Carranza no quiso denunciar.

Franco canalla, Carranza llegó de Pemex con fama de truhán. Y salió de ahí manchado e hinchado. Así haya librado la inhabilitación por el sobreprecio del 100 por ciento en los tubos vendidos por ATOS Tecnología, su historial registra la investigación.

Socialmente condenable, el bloqueo de Gersaín Hidalgo y el SUEM fue un exceso. Políticamente, el bloqueo es el recurso contra los sátrapas en el poder. Y Carranza es un sátrapa.

Nunca antes Coatzacoalcos fue objeto de un sitio así. Y se da por las constantes violaciones del alcalde a la ley, su proclividad a desconocer acuerdos, el recorte de personal, el robo de las quincenas, el atropello al contrato laboral, los quinquenios que no quiere pagar.

Carranza es como Juan Vargas, el alcalde de La Ley de Herodes, y Coatzacoalcos es San Pedro de los Saguaros.

Extraído de un basurero, apenas llega al poder se siente la ley. Muestra su rostro real.

Lo suyo es joder. Y que se lo joden a él.

Archivo muerto

A pedazos se cae el PRI. Emigran unos y despotrican muchos más. Se van al PAN, al PRD o a Morena, o hacen un impasse total. Y José Narro le da la puntilla final, el estoque mortal. Abdica a su pretensión de ser líder nacional y anuncia su renuncia al tricolor, profiriendo un discurso lapidario, demoledor, que descubre la enésima farsa y la simulación democrática, un reclamo del ex rector de la UNAM que suena a la necropsia del PRI. “Existe un preferido de la cúpula del PRI —afirma Narro Robles—, el candidato oficial de los gobernadores y de quien fue, hasta reciente ente, el jefe político del partido. Por si eso fuera poco, son groseros los indicios de intervención del Gobierno federal en la misma dirección. Quien hasta hace unos meses declaraba en contra el candidato oficial, hoy lo anima y lo arropa. Hay que evitar que las decisiones del PRI las siga tomando el presidente en turno”. Dados cargados para Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche, favorito de Andrés Manuel López Obrador antes y en los tiempos de campaña presidencial, cuando el campechano denostaba al hoy presidente. Primero, AMLO era el “llorón” que no sabía cómo aterrizar la derrota de Morena en el Estado de México, tras ser acusado de enviar 30 operadores campechanos a frustrar el “proyecto recaudador” del líder morenista y luego las arengas al priismo para cerrarle el paso a López Obrador en Campeche, en la campaña de 2018. Cambian los tiempos y hoy el Dios Peje es acusado de impulsar a Moreno Cárdenas, en contubernio con la mafia priista, para consumar la imposición. “Es una farsa”, dice José Narro, como si antes la llegada de todos los presidentes del PRI no lo hubiera sido y como si el ex rector no lo supiera. Con Narro se va Beatriz Pagés Rebollar, ex diputada federal, madracista, dueña y directora de la revista Siempre. Ya está el PRI in articulo mortis. Sólo falta la extremaunción… Con desplantes de reina —sin serlo—, Claudia Balderas reclama, increpa, se engalla, se eriza ante cualquier alusión a su consorte oficial, “El Gato Violador”, alias Mario Espinoza, al que sacó de las playas de Villa Allende para integrarlo al Senado de la República como “asesor”. Típico caso de nepotismo pasional, desbocada la senadora de Morena que llegó a ese escaño de rebote, por los votos del efecto López Obrador, colocando a su pareja en la nómina del Senado pese al historial que le adorna, una detención en Estados Unidos por posesión de sustancia con características de droga, violencia electoral en Villa Allende y sainetes vergonzosos en las redes sociales entre la legisladora y la esposa del novio extraoficial. Lo que ha percibido como salario Mario Espinoza, sin otro mérito que el tráfico de influencias, lo ha documentado el periodista Ignacio Carvajal, de diario Liberal del Sur y Blog Expediente. Y en respuesta, Claudia Balderas acude al argumento chairo: “Ya les dije a esos medios que no les voy a dar moche. Ya cambien de historia”. No, la historia es su historia, sus enjuagues y los ajetreos sentimentales que se pagan con dinero de la sociedad. Ha de saber la senadora que no peca el que informa sino la que trafica influencias para darle chamba al novio. Vive extraviada de la legisladora. Llegó de rebote al Senado y supone que el poder no tiene fecha de caducidad… Ninguneado, infamado, Nicolás Reyes Álvarez no manda ni en su oficina. Grotesca la imagen en que un ciudadano reclama airado a media sesión de cabildo, indignado por el abandono de la zona rural de Minatitlán y el embuste de las obras que no se traducen en mejor calidad de vida, por la marginación de los que no habitan en la zona urbana o en la cabecera municipal. Con las manos, con los puños sobre la mesa, el ciudadano estalla y la respuesta es el desalojo inmediato. Violencia verbal, hasta ahora, que responde al estado de coma en que se halla el alcalde desde el inicio de su gestión, ausente de la realidad, al garete el municipio, dejando en manos de rufianes y vivales, uno de ellos su suplente y director de Gobernación, Ricardo López Marcos, alias LordPicahielos, el manejo del ayuntamiento. Y pensar que Morena ya fragua que la sucesora de Nicolás Reyes sea la diputada federal Carmen Medel — doña “No soy policía”—, o Jessica Ramírez, cuyo asesor es el operador fidelista-priista, por cierto muy efectivo, José Luis Utrera, o Xóchitl Arbesú, la del invento de cifras sobre el turismo en Veracruz, justificando su desastroso paso por la Secretaría de Turismo del maltrecho gobierno de Cuitláhuac García. Un alcalde que vive, como dijera Buzz Lightyear, en el infinito y más allá, mientras cualquiera lo increpa, le manotea, le reclama y le golpea la mesa. Y Nicolás sólo atina a sonreír…

Publicada en mussiocardenas.com
3 de julio de 2019

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