Arturo Reyes Isidoro / A su manera, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez celebró el primer año del triunfo electoral que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador y a la gubernatura a él mismo.
La noche del lunes pegó en su muro de Facebook un relato suyo escrito en agosto de 2013 durante el proceso de conformación de Morena como partido político.
En Perote hace apenas seis años tuvo un encuentro “fortuito” con quien se convertiría en su protector político y lo llevaría a la gubernatura del Estado.
Dos años después de aquel 2013, en 2015 fue postulado candidato a diputado federal por el distrito electoral federal 10 de Xalapa, obteniendo el triunfo.
Tres años después de aquel 2013, en 2016 fue postulado por primera vez candidato a la gubernatura de Veracruz, perdiendo la elección.
Cinco años más tarde de aquel 2013, en 2018 fue postulado de nuevo candidato a la gubernatura, obteniendo el triunfo con una histórica votación de 1 millón 667 mil 239 votos.
Su carrera política ha sido veloz y ascendente, si bien antes fue activista. Hasta antes de llegar a la gubernatura nunca había tenido un cargo administrativo ni de dirigencia política.
A partir del pasado 1 de diciembre, el suyo, por lo tanto, puede considerarse como un caso de aprendizaje político-administrativo, que se reflejaría en sus primeros siete meses de gobierno.
Antes que él solo Javier Duarte llegó a la gubernatura en una ruta parecida y en tan corto tiempo: fue solo cinco meses diputado federal (del 1 de septiembre de 2009 al 15 de febrero de 2010) y en 2010 fue postulado candidato a gobernador y obtuvo el triunfo, aunque durante todo 2008 había sido secretario de Finanzas y Planeación y antes, subsecretario de la misma dependencia.
Antes que Cuitláhuac, ningún gobernador había dejado testimonio escrito del inicio de su ascendente (y en el caso suyo rauda) carrera política que lo llevaría a la gubernatura.
Su relato es un registro personal pero también incluye a otra persona. Al inicio dice que “… es un relato que escribí por aquellas fechas. *De ti y de mi extraño y fortuito encuentro con Andrés Manuel López Obrador.*”
Al final juega con una figura literaria en la que deja a la imaginación del lector que descifre si de lo que habla es de una gota de lluvia o de una lágrima. Narra que cuando AMLO subía al estrado, “ya no me quise explicar por qué una gota bajaba sobre mi mejilla; quizá mi pelo mojado la había dejado caer ahí, o era el sentir de un momento conmovedor en esta larga lucha por lo que uno cree; o quizá el extrañarte tanto a ti… lo que sí estoy seguro es que era un reclamo del corazón y por eso mi mano se apresuró a quitar las demás gotitas que ya inundaban mis ojos.”
Es obvio que sus palabras contienen también una carga emocional, que están dirigidas a otra persona a la que extrañaba y quizás extrañe y que aprovecha para recordarla al postear en su muro de Facebook el texto, pero con la que también quizás quiso compartir el éxito de nuevo.
Por su valor histórico testimonial, registro en este espacio su texto:
No fue fácil, ha sido un largo camino de lucha. Pongo aquí dos fotografías de los inicios del movimiento de regeneración nacional en el 2013 y un relato que escribí por aquellas fechas.
El día lluvioso finalmente impidió realizar la reunión informativa programada en la plaza central de Perote, hubo que improvisar trasladando todo a una sede techada. Varios nos ofrecimos a auxiliar a los organizadores. Finalmente conseguimos el lugar, me tocó avisar a los compañeros que la sede alterna estaba lista y que ya empezaban incluso a llegar algunos simpatizantes del movimiento.
Salía a la puerta del salón improvisado para llamarles, justo cuando iba llegando Andrés Manuel López Obrador. Bajando de la camioneta blanca, adelantándose al equipo de cinco personas que lo acompañaban, se apresuró a la puerta y me lo topé de frente. Guardé
rápidamente el aparato celular y ya no llamé. Aún atónito y sorprendido de tener frente a mí al líder opositor más destacado de nuestro tiempo, le extendí de inmediato la mano. Me dirigí a él sin presentarme, – Bienvenido licenciado, disculpe estamos improvisando por la lluvia -. Asintió con una sonrisa (ya enterado de la situación). – Si me lo permite, hay ya algunos miembros de los comités que hoy tomarán protesta que quisiera presentarle -, fue lo que alcancé a decir al también presidente del consejo político nacional de Morena, al percatarme que la comitiva de recepción se había estancado allá en la plaza central del municipio donde jóvenes militantes hacían de todo para avisar sobre los cambios de última hora.
Con la sencillez de un líder nato, el dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional, se dejó acompañar hasta la parte central del salón y sin dudarlo aceptó la invitación de caminar entre la gente; sin vallas, sin guaruras, sin tropel de aduladores de traje, sin teatros preestablecidos con un simulado “pueblo”, sin cámaras televisivas, sin nada más que el compartir sonrisas y abrazos de más de una veintena de recién llegados simpatizantes, gente sencilla y valiente, a quienes la sonrisa y sorpresa les habían quitado las palabras de la boca. Felices todos de poder saludar de mano y sin prisas a uno de los dirigentes de la izquierda mexicana de incansable lucha democrática y pacífica de este país. Estaban ahí los representantes de los comités municipales del morena de Teocelo, compañeros de lucha de siempre; también los campesinos luchadores por la defensa de las reservas ecológicas de Ayahualulco, Don Ernesto y Don Raymundo; y otros tantos que se habían ya trasladado al recinto. Un señor entrado en edad, notablemente conmovido, alcanzó a decirle a Andrés Manuel: – Licenciado, hace mucho tiempo que quería tener esta oportunidad para decirle… -, el ánimo y la garganta entre nudos no lo dejaron hilar más -¡ya ni sé qué decirle! – y se le tendió en un abrazo de esperanzas, fraterno, de lucha, de firmeza y agradecimiento.
Las sonrisas eran de todos y la búsqueda de dejar testimonio digital (sí, esas fotografías de celular y cámaras de hoy) no se hicieron esperar, fotos aquí y allá. En unos minutos más se rodeó de más de un centenar de personas que no daban crédito de la oportunidad y el momento. El salón se empezaba a llenar, el ánimo en su cúspide, era momento de iniciar el mitin. Andrés Manuel, sugirió – creo que ya
podemos empezar-, y se dirigió al estrado donde la presidenta estatal del Morena lo esperaba.
Cuando él subía al estrado saludando a los demás delegados de Morena, ya no me quise explicar por qué una gota bajaba sobre mi mejilla; quizá mi pelo mojado la había dejado caer ahí, o era el sentir de un momento conmovedor en esta larga lucha por lo que uno cree; o quizá el extrañarte tanto a ti… lo que sí estoy seguro es que era un reclamo del corazón y por eso mi mano se apresuró a quitar las demás gotitas que ya inundaban mis ojos.
*Escrito en agosto del 2013, durante el proceso de conformación de Morena.
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