Mehrnaz Didgar, una neurocirujana de un hospital en Bélgica, cometió lo impensable para un doctor: arrebatarle la vida a alguien. Mehrnaz asesinó a su propia hija asfixiándola con una bolsa de plástico argumentando que fue su propia hija quien le dijera que la matara, pues esta joven sufría cáncer de tiroides desde los siete años de edad, el cual, según la madre, le ocasionaba bastante depresión.
La neurocirujana fue llevado a juicio donde el juez Peter Hartoch la condenó a cinco años de prisión, además de terapia psicológica. Este juez catalogó este caso como el más difícil y duro que haya tenido en su carrera como juez. El abogado de Mehrnaz aseguró que fue un crimen por amor. La asesina narra que trajo medicamentos del hospital de la Universidad de Lovaina para drogar a su hija llamada Eline, ya drogada la madre agarró la bolsa de plástico y la asfixió durante 15 minutos.
La mujer después de haber cometido el suicidio, agarró su auto y aseguró que buscaba quitarse la vida arrojándose de un puente. Mehrnaz Didgar también argumenta que Eline le había pedido en distintas ocasiones que la matara. Vale mencionar que el padre de Eline, Steven Pans, dijo que su hija empezaba a mejorar con respecto a su enfermedad y que, además, según el padre, nunca mostró indicios de querer morirse.
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