Aurelio Contreras Moreno / La falta de visión, entendimiento y comprensión sobre su verdadera función y su razón de ser tiene arrinconados a los medios públicos en tiempos de la llamada “cuarta transformación”.
Los contenidos que se han introducido recientemente en las plataformas de la televisión pública son de pena ajena. Ataques –que no críticas fundamentadas- plagados de un resentimiento irracional contra quienes los nuevos “matraqueros” mediáticos creen que son los “enemigos del país” –cuando a lo mucho algunos serían opositores al gobierno al que aquellos sirven-, pretenden incluso imponer una retórica en la que el color de la piel, el nivel de estudios, las educación privada y la condición de vida sean motivo de culpa, escarnio y lapidación.
Con un discurso más cercano al fascismo que a la izquierda democrática a la que mentirosamente dicen pertenecer, los dizque nuevos “intelectuales orgánicos” del lopezobradorismo repiten en los medios una y otra vez sofismas y falacias argumentativas para alentar juicios sumarios sobre el disfrute de “privilegios” por ser “blanco” –en un país de mestizos-, aun cuando quienes profieren tales absurdos no sean de tez morena ni hayan puesto nunca un pie en instituciones públicas de educación superior.
En la cruzada “evangelizadora” de la “iglesia de la 4T”, sus excesos hacen las veces de un “mea culpa” para la “expiación” de los “pecados neoliberales” de su pasado nada lejano, que además de revelar el alarmante nivel de fanatismo de sus propaladores, denota tremendos complejos de inferioridad que pretenden hacer extensivos al resto de la población a través de la apropiación de los espacios mediáticos, públicos y también privados.
Mención especial merece el uso faccioso y soez de la agencia de noticias del Estado Mexicano, Notimex, dirigida con las vísceras por una ex reportera mitómana que la ha convertido en un brazo golpeador de los críticos del gobierno lopezobradorista, sin aplicar el mínimo rigor periodístico ni profesional en los materiales que difunde, varios de éstos plagados de errores que la han hecho el hazmerreír (piensa, gracias) del gremio periodístico.
Pero mientras en estos adefesios mediáticos –y en los que participan en las redes sociales para alimentar esos mismos odios y prejuicios- el lopezobradorismo no tiene reparo para gastar, otros medios públicos que han cumplido histórica y estoicamente con tareas educativas y sociales fundamentales, se encuentran al borde de la extinción.
Es el caso del Instituto Mexicano de la Radio, que debido a la política de recortes presupuestales está por perder a más de la mitad de sus colaboradores y trabajadores, que una cosa es que trabajen por amor a la camiseta y otra que decidan morirse de hambre.
Mismo caso de las radios comunitarias, un tradicional contrapeso del poder que está siendo asfixiado por quienes encontraron en ellas una plataforma de apoyo cuando estaban fuera de la ubre presupuestal.
En Veracruz, la legendaria Radio Teocelo, además de tener que sobrevivir con limitadísimos ingresos ante la imposibilidad legal de comercializar de manera privada sus espacios, ha sido blanco de ataques y difamaciones promovidas por minúsculos gobernantes a los que disgusta su línea social crítica y usan para ello a mercenarios que antes sirvieron a los peores regímenes priistas y hoy, son legionarios de la “cuarta”. Mientras el presupuesto los cobije.
Entre convertirse en vergonzosos merolicos replicantes de fobias, prejuicios y propaganda barata del régimen, y morir literalmente por inanición, los medios públicos mexicanos viven la que quizá sea la peor de sus crisis. Provocada, paradójicamente, por un gobierno surgido de una corriente supuestamente progresista, pero que en los hechos ha demostrado no ser más que un espantajo autoritario.
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