El sistema horario que se ha establecido por medio de relojes en base al día y la noche ha sido parte fundamental en la gestión de tiempos de descanso y de trabajo para así llevar una vida en óptimas condiciones. Sin embargo, en Sommarøy podemos encontrar la excepción a la regla, pues en este sitio, durante las épocas veraniegas, el sol puede durar en lo alto del cielo por un lapso de hasta 69 días. Mientras que en el periodo que comprende los meses de noviembre a enero, los habitantes viven una noche casi eterna.
Durante la temporada estival puede hallarse, a las dos de la mañana, niños jugando futbol, gente pintando sus casas o cortando el césped y adolescentes nadando. Por esta situación la asamblea comunitaria solicitó a las autoridades aprobar el proyecto que eximirá a sus más de 300 habitantes de seguir sujetos a las normas horarias que rigen al mundo. Con esto se pretende reducir el nivel de estrés ocasionado por las condiciones ambientales del lugar, así como dar mayor flexibilidad para realizar cualquier actividad en el momento en que se desee.
A pesar de ser un proyecto arriesgado y ambicioso con riesgo de convertirse en una anarquía, Kjell Ove Hveding, principal impulsor del proyecto dijo: «Los niños y los jóvenes todavía tienen que ir a la escuela, pero hay espacio para la flexibilidad. Uno no necesita que lo pongan en una caja en forma de horas de escuela o de trabajo. Nuestro objetivo es proporcionar toda la flexibilidad 24 horas al día, siete días a la semana. Si quieres cortar el césped a las cuatro de la madrugada, hazlo». Este es uno de esos lugares que sólo podrías encontrar en cuentos de fantasía o en algún sueño muy alocado, pero no deja de ser un sitio turístico enigmático el cual valdría visitar al menos una vez en la vida.
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