Edgar Landa Hernandez / La vida es un total descubrimiento. Es un complejo donde nos damos cuenta que hay ocasiones en las que nos cuesta respirar, nos preguntamos dónde hemos estado toda esta vida, cuándo renunciamos a los tiempos en los que dejamos de disfrutar y únicamente nos dejamos llevar por un incipiente caminar sin ni siquiera observar las huellas que dejamos en el camino.
¡Hay tanto que descubrir! ¡Tanto que agradecer! que se harían pequeñas estas manos para recibir las incontables regalías que el universo nos otorga. La vejez para mi padre, era un estado de incertidumbre y miedo, tan es así; que constantemente comentaba que no quería llegar a ella. Y existen otras que la vejez es una etapa más de la existencia. Se extasían de ella.
Cuando la vida te llena de asombro y a su paso conoces gente que a pesar de los años siguen comportándose como adolescentes, buscando generar sonrisas, encontrar aún cosas de las que se ilusionen y sobre todo que les dé una alegría sin igual es algo que nutre nuestro ser. La vida es tan grande y diversa, que cuando conoces a alguien quisieras acariciarla, preguntarle cuál es el secreto de la plenitud, cuál es la fórmula para llegar a una edad adulta.
Conozco a una dama de nombre Consuelo Nevarez Solano, de 88 años de edad, originaria de los Mochis, Sinaloa, pero avecindada en tierra veracruzana. Su rostro tiene la gracia y empatía de un ser que sigue disfrutando de su estadía aquí en la tierra. De mirada tierna, de sutil gracia que genera la apacible calma en quien la conoce y trata. Ella transmite lo que de su corazón rebosa.
Ha sido a través del canto que ella continúa vigente, se transforma cuando paso a paso se engalana usando el atuendo de la veracruzana,ella es el matiz que le da el color exacto a una felicidad plena y tranquila.
Verla es comprender la vida, descoser cada uno de los hilvanes dentro de un universo propio para vivir la vida, de recrear un paraíso terrestre en cada palpitar.
“Chelito” como se le conoce, es una persona de la tercera edad que mantiene lozano su corazón, aún tiene metas que cumplir y lo hace cabalmente con el amor que el creador le confina, porque ella es amor, dulzura, y todo adjetivo que enuncie su forma de ser y de vivir.
Hoy “chelito” nos demuestra que la vida es:
¡Hasta que Dios nos lo permita!
Y mientras tanto hay que continuar cantando y dejando una huella imborrable que permanecerá en el corazón y el recuerdo de quienes la conocemos.
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