Era un martes como cualquier otro, en una noche común, alrededor de las 21:30 horas. Era un estudiante de la carrera de Mercadotecnia en la Universidad del Pedregal en la CDMX, que al final, también fue una víctima más de la inseguridad que vive el país. Norberto Ronquillo acababa de salir de la escuela, iba de camino a casa de unos tíos, quienes residían no muy lejos de la institución donde éste estudiaba. El último mensaje que salió de su teléfono fue para su novia, donde avisaba que acudía a aquel lugar, lugar al que nunca llegaría. No pasó mucho tiempo para que el motivo de su ausencia se hiciera presente.
Horas después de su desaparición, secuestradores contactaron a la familia para hacerles saber el paradero de Norberto. En la calle Arenal, un sitio totalmente distinto al que Norberto debía haber llegado, sólo se halló un Yaris blanco en el que se trasladaba. Las llaves se encontraban en el piso, al lado del vehículo. Una odisea que no imaginaban empezaría para la familia del joven de 22 años. Un par de días después de aquel fatídico martes, se celebraría la graduación de los estudiantes de la carrera, entre ellos Ronquillo.
Por motivo del secuestro del compañero, se decidió aplazar dicha graduación para iniciar una protesta y que les devolviesen a Norberto con vida, lo cual no pasó a pesar de haber sido pagado el monto que exigían los captores. Por si ello fuera poco, nadie se imaginó el panorama que le acontecería al joven alumno, pues tal como desapareció en una noche común, así apareció la pasada noche del domingo 9 de junio, pero ya no un Norberto que se investiría con las ropas de un egresado, sino un Norberto que cubierto con una manta grisácea y una bolsa, dispuesto para ser llevado a la morgue.
A sólo dos días se quedó Norberto Ronquillo de su graduación, a sólo unas manzanas se quedó de ver a sus familiares. Ni su graduación, ni su libertad, ni si quiera su vida, nada quedó de este joven, nada para su familia.
Comentarios