Donald Trump lo consiguió. Con China no pudo, pero con México sí. Donald Trump prohibió las alianzas comerciales con las empresas chinas, y pensó que con ello pondría de rodillas al gigante asiático. No contaba con que muchos de los insumos para los aparatos electrónicos que se fabrican en Estados Unidos son chinos; particularmente insumos fabricados con las llamadas “tierras raras” o lantánidos. Sin esos insumos no se fabricaría un solo celular o televisor o tablero de auto en EUA. Por ello China reviró y dijo que esos productos tampoco los exportaría su país. Entonces Donald Trump reculó, y quiso suavizar con una tregua de 90 días, tregua que China no aceptó.
El caso de México es diferente, porque aquí no tenemos lantánidos, ni insumos imprescindibles para los aparatos americanos. Sin bien es cierto, el daño para la economía norteamericana, en caso de que se aplicaran esos aranceles progresivos sería grande, no se compara con el devastador daño que causaría a la economía mexicana.
Es por ello que el presidente López Obrador tuvo que ceder, endurecer la política migratoria en su frontera sur y aparte adquirir productos agrícolas de los Estados Unidos. En algún tiempo se decía que, si los chinos se pusieran de acuerdo y saltaran al mismo tiempo, todo el mundo temblaría. En México nunca nos podríamos poner de acuerdo para saltar al mismo tiempo, y en caso de hacerlo, el mundo no temblaría.
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