El SNTE acomodaticio y convenenciero del espurio Alfonso Cepeda toca la puerta del Gobierno Federal y sólo le abren a medias. El actual secretario general camina entre la incertidumbre y la ilegalidad. Espera un giño del Ejecutivo federal y éste sólo lo trata dentro de las normas que marcan la cortesía y fría constitucionalidad. Sus fieles escuderos se ven preocupados, saben que no cuentan con la fuerza de antes y mucho menos con la aprobación de las bases, a quienes debían haber defendido de la mal llamada Reforma Educativa.
El futuro del SNTE ya no está en sus manos, ahora la fuerza estará sobre el más del millón 700 mil trabajadores de la educación que podrán hacer uso del voto secreto y universal. Sabedores que la figura de delegados ha desaparecido por ley, ahora tratarán infructuosamente de ganarse de nuevo la confianza de los administrativos, personal de apoyo, maestros y jubilados. No obstante, esa tarea parece imposible.
Los vientos de la Cuarta Transformación que impulsa el Ejecutivo federal les recuerdan que tarde o temprano tendrán que abrir la puerta a la anhelada democratización sindical. Además, dentro de un marco de pluralidad e inclusión, se deberá evitar hacer cualquier modificación de última hora a los estatutos, para poner candados o, como ellos le llaman, “blindaje”. El actual comité debe de entender que si quieren dar madruguete a las bases, éste les puede salir contraproducente. Mucho cuidado con el SNTE acomodaticio y convenenciero del espurio Alfonso Cepeda.
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