Bernardo Gutiérrez Parra / En seis meses de gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha visitado seis veces la entidad. Es primera ocasión en la historia que un hombre de su investidura visita tanto Veracruz, y ni le busques lector, porque no encontrarás precedente igual en otros estados del país.
Pero en contrapunto con sus antecesores que en cada visita traían más inversión, más infraestructura y más empleo, los periplos del tabasqueño no han traído nada que no sean buenos deseos e hipotéticas obras por realizar. Con excepción de cuestionables apoyos a los productores del campo, el señor Presidente no ha inaugurado ni un camino rural.
Cada uno de sus viajes ha tenido como objetivo respaldar el fallido gobierno de Cuitláhuac García al que apuntala con el mismo tesón, con el que un obrero de la construcción apuntala el cascarón de una casa vieja.
Y vaya que se esmera. Este viernes en Coatepec dijo: “Me siento muy apoyado en Veracruz, muy respaldado por el gobernador Cuitláhuac García, porque es una gente preparada, inteligente, que tiene convicciones y es un gobernador honesto, lo puedo gritar a los cuatro vientos”.
Que grite “a los cuatro vientos” las virtudes de su pupilo, no es más que un síntoma inequívoco de que las cosas no andan nada bien con Cuitláhuac.
Y tan no andan bien que remachó: “Por eso tiene todo nuestro apoyo, todo nuestro respaldo. Le han querido poner obstáculos, pero Cuitláhuac no está solo paisanos, cuenta con el apoyo, con el respaldo del gobierno federal y cuenta con el respaldo del pueblo de Veracruz y el pueblo de México”.
Ahora resulta que no sólo el millón 600 mil votantes que sufragaron por el ingeniero electricista lo apoyan, sino el resto de los 8 millones 500 mil veracruzanos e incluso el pueblo de México. ¡Vaya con semejante despropósito!
O Andrés Manuel no quiere ver, o no quiere aceptar que más temprano que tarde ese apoyo se le va a revertir, entre otras cosas porque los veracruzanos están hasta el copete de escuchar el mismo sonsonete. Sobre todo, cuando les consta que Cuitláhuac no puede ser honesto si gobierna con tanta displicencia; si practica el nepotismo de manera tan descarada (su primo hermano es Sub Secretario de Finanzas), y cuando no ha clarificado la compra de 160 patrullas ni los contratos de medicamentos para el sector Salud.
Ya desde que en enero dio a conocer que en Veracruz operan seis grupos criminales y su poderío supera al de los policías, ya desde ahí estaba mal como gobernador.
“Tenemos una población de ocho millones de habitantes y la policía que nos dejaron es de 4 mil 700 elementos y en los próximos meses no tendremos la capacidad económica para si quiera duplicarla, ya no se diga a otros estándares”, dijo en entrevista con El Universal.
Un auténtico gobernador jamás habría dicho tamaña sandez porque es espantar más a sus ya espantados gobernados. Y si reconoce que no tiene la capacidad para hacer frente a la delincuencia ¿qué hace gobernado la entidad?
Pero en efecto, Cuitláhuac no está solo; solos y jodidos están los veracruzanos.
Debido a la violencia, en Xalapa se cierra un comercio cada día en promedio y los empresarios están abandonando la ciudad porque les están cobrando derecho de piso. En Soledad de Atzompa les prometieron seguridad y no les han cumplido; en febrero una turba enardecida de vecinos cansados y hastiados, detuvieron a cuatro presuntos secuestradores, los lincharon y les prendieron fuego cuando aún estaban vivos.
El alcalde Armando Pérez de los Santos, ha pedido apoyo pero ni lo voltean a ver. En rueda de prensa dijo que le está resultado imposible contener a la gente que está dispuesta a tomar “medidas extremas” y lanzó la advertencia: “Si el pueblo decide linchar a alguien no podré hacer nada porque el pueblo manda y el alcalde obedece”.
El infierno de la violencia sigue y eso debe saberlo el Presidente. Y lo que purga a los veracruzanos es lo desdeñe por seguir apuntalando a su pupilo.
“Si a cambio de 5 mil pesos que no me alcanzarán para comprar insumos, tengo que aplaudirle. Si no me dice cómo mejorará la seguridad de mi municipio, pero tengo que escucharlo hablar de la honestidad de Cuitláhuac, mejor que no venga el Presidente”, me dijo un beneficiario del programa Sembrando Vida.
Y en efecto, así mejor ya no venga, Presidente.
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