Por ello, científicos españoles desarrollaron un aparato en forma de casco el cual, a través de una estimulación magnética transcraneal (TMS), reinicia el cerebro tras recibir descargas eléctricas generando un campo magnético que a su vez induce una corriente en la zona del cerebro que se desea estimular. Estas descargas eléctricas activan repetidamente las neuronas afectadas ocasionando efectos de plasticidad a largo plazo, reduciendo la excitabilidad de los circuitos cerebrales en función de la estimulación que se utilice.
La eficacia de la estimulación magnética para tratar la depresión ha sido comprobada en varios ensayos clínicos multicéntricos. Incluso ha sido aprobada por la administración de alimentos y medicamentos de los Estados Unidos. El único problema de este tratamiento es que los usuarios que cuenten con algún marcapasos, no pueden acceder a la estimulación magnética.