Jorge Díaz Bartolomé / Xalapa, Ver. En México hay más de cien pueblos mágicos, algunos son escenografías, otros han merecido el nombramiento por alguna tradición o artesanía, sin embargo hay algunos que por su extraordinario estado de conservación han sido merecedores al distintivo. En mi opinión, el denominativo “Pueblo Mágico” es una excelente propuesta que vale la pena retomar y reconsiderar los valores y patrimonios de la localidad que desea participar.
Recientemente tuve la fortuna de visitar el estado de Zacatecas y me pareció interesante desviarme de la ruta acostumbrada, para encontrarme con el antiguo Camino Real de Tierra Adentro; primero, por que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y segundo, por conocer las pequeñas localidades que se ubican en tan importante ruta.
Así, avanzábamos por la carretera algunos minutos, logramos ver a lo lejos seis enormes “chacuacos” que anunciaban el desarrollo industrial que tuvo un pueblo en una época colonial; de esta forma, llegamos al pequeño e incomparable pueblo conocido hace cuatro siglos como Real de Nuestra Señora de Sierra de Pinos, fundado en la segunda mitad del siglo XVI durante las exploraciones españolas realizadas a la zona. Desde entonces destacó como una población minera en el que se evidencia su desarrollo en la cantidad y calidad de sus construcciones civiles y religiosas, destacando el antiguo convento de Dan Matías, que no se concluyó por alguna razón -ahora la parroquia- y que con el paso del tiempo dieron forma a un encantador conglomerado de bellos portales, enrejados coloniales y pintorescas fachadas.
Mi sorpresa se acentuaba más, en la medida que mis descubrimientos continuaban, hasta llegar a un portalito llamado de “Villalpando”, una placa explicaba su historia: “Esta casa fue habitada un tiempo por la señora Francisca Bocanegra Villalpando, mamá de Francisco González Bocanegra, poeta y autor de la letra de nuestro Himno Nacional”.
Ahora, el pueblo mágico “Pinos”, formará parte de mi memoria y será recordado como una localidad que supo valorar su historia. Hasta pronto.
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