Décimo aniversario del taller literario “Libertad bajo Palabra”

Celebración del décimo aniversario del taller de lectura Libertad bajo Palabra FOTO: ESPECIAL
- en Opinión

Edgar Landa Hernández / Existe un lugar en Xalapa, Veracruz, en el cual, desde hace 10 años, cada jueves a partir de las cuatro de la tarde inicia la magia. Situado en el corazón de la ciudad, entre dos avenidas concurridas, cerca de una escuela primaria que lleva por nombre Luis J. Jiménez. Justo enfrente, dentro de un gran circuito lleno de flores y árboles enormes que respiran tranquilidad y exhalan libertad compartiendo a grupos de gente adulta que acuden ahí. Ahí se ubica la estancia de recreo para gente de la tercera edad denominada “La Quinta de las Rosas”

Sus jardines son vastos, revestidos de suculentas buganvilias, así como una variedad de rosas multicolores dan realce al entorno. Sus pasillos se convierten en arterias que convergen dentro de una ensoñación mística.  Su gran salón, de arquitectura exquisita, con puertas de madera y cristales biselados le dan un aire de elegancia y galanura. Es el recinto donde el tiempo se detiene, donde huele a recuerdos aderezado de melancolía. 

Ahí, donde la literatura cobra vida, diversos personajes vuelven a surgir de una forma contundente, donde a través de la lectura, en el taller literario “Libertad bajo palabra” el maestro y escritor Armando Ortiz inicia la epopeya histórica dentro de las múltiples obras de aquellos que vieron en su pluma una forma de explicar sus sentimientos y dejar grabados en los anales de la historia su forma de ver y percibir la vida. Fuentes, Rulfo, Cervantes, Poe, Melville, Chejov, Hemingway, y otros autores han sido cordiales invitados a las tardes de tertulias literarias, entre otros más.

Los asistentes, entre los cuales se encuentran una fina dama, de espigada figura y rostro angelical. Creo que es una de las mayores del grupo. Su nombre, “la señora Reyna. De andar pausado, de palabra inquieta y mente lúcida. Al igual que la simpática, y alegre crucita, como es llamada por sus amigos. Así mismo, guille, la señora que habla, dice, contesta y reclama, la que en sus diálogos aporta de una forma intempestiva, pero sin ofender a nadie.

Al igual que mine, pequeña de tamaño, pero grande de corazón, la que algunas veces nos ha compartido su poesía. La señora Damiána, pionera del grupo. la siempre amiga Paty, que poco participa, pero siempre constante, la señora Vicky, la que en la mecedora se balancea y cierra sus ojos, deleitándose de escuchar la lectura por parte de su hijo. Así mismo el amigo Darío, juan, el cuentista De apellido campos, que a través de sus textos nos recrea el ambiente de tierra caliente. La maestra Silvia, que en sus poesías nos invoca su andar al ras de la montaña, en el frío del Iztaccíhuatl. Y qué decir del maestro Arturo, el de mirada afable. En otras ocasiones, la escritora y poeta lucía gorra, la que su impedimento para caminar no es motivo para no asistir y deleitarnos con sus obras. La amiga Elba, que no pierde detalle a cada lectura mientras que con sus dos manos oprime su bolso. Así como Rubén, Francisco y Leti.

Y otros más que de la mente se ausentan, pero que también son parte del taller literario.

Hoy las letras están de plácemes, se cumplen 10 años de existencia de nuestro taller literario, mi agradecimiento a todos y cada uno de los integrantes, gracias a ellos hemos conformado una familia literaria, a Armando Ortiz, el que disimula no sonreír, pero sé que lo hace, el que habla siempre con el atuendo de la verdad, muchas gracias por permitirme ser parte de su grupo. A mi esposa por ser mi compañera y compaginar de una forma especial mis andanzas en la escritura.

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