Cada año es lo mismo, la Universidad Veracruzana oferta sus carreras y convoca a un examen de admisión para aquellos que quieran acceder a ellas. Pero de los miles que buscan un lugar en la UV, menos de la mitad ingresa, y de ese porcentaje que ingresa, un porcentaje aún menor termina la carrera. Pero lo más triste de todo es que, aquellos que terminan la carrera, no tienen garantizado un trabajo donde puedan desarrollar las habilidades y conocimientos adquiridos. Esa es la triste realidad de la educación universitaria en este país. En México, y particularmente en Veracruz, vivimos en un mundo donde los arribistas se encumbran desplazando a los profesionistas.
En México, y particularmente en Veracruz, es mejor tener contactos, ser un lamesuelas abyecto, un stripper o un chichifo que tener las mejores calificaciones de tu generación en la universidad. Hay ejemplos muchos de funcionarios que llegan a obtener un puesto público relevante gracias a que se la pasaron cargando un maletín, o a que le hicieron un baile sensual a un amigo. No vayamos lejos. El secretario de Educación de Veracruz obtuvo los títulos que tiene, el primero cuando ya era diputado. Un título patito, de esos que se compran por menos de 50 mil pesos. El segundo título lo obtuvo cuando ya era secretario de Educación, un título también comprado.
Todo esto desalienta el interés de miles de jóvenes que buscan una educación universitaria para acceder a un mejor nivel de vida. Pero aun así hay casos heroicos de jóvenes que, a pesar de todas esas vicisitudes, sacan sus carreras y son hombre de éxito. Hacia esos ejemplos hay que enfocar la mirada, jóvenes.
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