Jorge Flores Martínez /
Una forma perfecta de caer en el ridículo es intentar imaginar el futuro.
A Morena le alcanza perfectamente para ganar las elecciones de 2024 y 2030 sin mayor complicación, solo necesita mantener algo de estabilidad económica mínima, un presupuesto suficiente para sus programas sociales y que no se presenten eventualidades graves, como escándalos de corrupción entre el primer circulo del presidente o alguna catástrofe que ponga en entredicho la capacidad de respuesta del gobierno. Si logran lo anterior, gobernaran el país hasta mediados de siglo sin mucho esfuerzo.
Lo que se define en el 2024 no es la permanencia de Morena, se define la lucha por el poder entre ellos mismos, los moderados o los radicales, de eso no tengo la menor duda. Es demasiado el poder que se le dio a AMLO en las pasadas elecciones y muy evidentes sus intenciones de gobierno. No le interesan las políticas públicas, lo único que le importa es erigir clientelas electorales.
Lo que veremos en el último tercio de este sexenio será el enfrentamiento total entre moderados y radicales por la presidencia. Estoy convencido que AMLO gustoso propiciará que el enfrentamiento sea total. Sabe que llegado el momento de definirse, los moderados y los radiales se encontraran tan desgastados que aceptaran cualquier condición que AMLO les imponga. No debemos olvidar que nuestro presidente tendrá 72 años para ese entonces y seguramente querrá garantías de que su legado político-social continúe, así como que su humilde consejo y opinión sean tomadas en cuenta en las siguientes administraciones.
Como les decía, el enfrentamiento por la presidencia entre moderados y radicales será total, por un lado los moderados, que tendrán un discurso más hacia la centro izquierda y buscaran establecer puentes con sectores, que para ese entonces se encontraran muy lastimados por el gobierno, como empresarios, intelectuales y lideres de oposición. Es decir, los moderados intentaran restablecer un poco el México antes de AMLO.
Por el otro lado estarán los radicales, su discurso será más hacía la polarización y una izquierda más acentuada. Al grito en la plaza publica demandaran continuar y ampliar el proyecto de la Cuarta Transformación con mayor intensidad. No pretenderán la menor comunicación con sectores ajenos al movimiento, los consideran moralmente indignos e inferiores.
Los moderados en Morena tienen pocas posibilidades de éxito, en primer lugar porque no garantizaran a AMLO la continuación de su Cuarta Transformación y posiblemente tampoco le garanticen ser un factor de poder después del 2024.
Los radicales son los que mayores opciones tienen de ganar en el 2024, le habrán hablado al oído a AMLO y prometido que pasará a la historia como el mayor prócer de la patria que seguirá gobernando con con su liderazgo y guía moral indiscutible a la nación hasta su muerte y su legado será irreversible.
Nuestro presidente no es tonto, para ese entonces tendrá una serie de lealtades a toda prueba y fieles seguidores que impedirán a cualquiera que llegará a la presidencia gobernar sin su visto bueno, sea quien sea. No se puede pasar por alto que
Morena contará con toda la capacidad del estado para controlar elecciones, fallos de la corte, votaciones en el congreso y por supuesto, un presidente muy poderoso.
Nosotros como mexicanos mientras tanto no veremos cambios importantes: La corrupción empeorara, pero los medios estarán mucho más vigilados y la información mejor controlada por el gobierno; La inseguridad será igual o ligeramente peor, la delincuencia organizada ya tendrá vasos comunicantes abiertos con grupos en el poder y el gobierno federal intentará conformar una política nacional de tráfico de drogas; En economía las cosas irán empeorando poco a poco, como en cámara lenta. Las marcas de súper lujo dejaran el país, muchos productos los dejaremos de ver en los estantes de los supermercados paulatinamente; Los servicios bancarios y financieros dejaran mucho que desear; En tecnología será lento pero inexorable el rezago que tendremos; y en educación y salud, es evidente que sin inversión y una política clara, los servicios serán cada vez mas deficientes.
Pero lo anterior no importa, los gobiernos como el de AMLO no requieren resultados, lo que venden y prometen es esperanza y nadie puede competir con un vendedor de esperanza en un pueblo desesperanzado.
Pero regreso al punto, los radicales pueden ganar en el 2024, saben que seguir prometiendo esperanza es la llave del poder y, para ese entonces contarán con otra arma electoral a su disposición, podrán ofrecernos el miedo. Nadie puede competir con un candidato que además de vender esperanza, tenga un garrote dispuesto.
Yo espero que los moderados no se destruyan entre ellos. Me gustaría verlos construyendo alianzas y trabajando por un proyecto político donde establezcan puentes con otros sectores ajenos al partido y le ofrezcan a AMLO lo que le corresponde, pasar a la historia como un transformador y luchador social incansable, pero nada más.
En el caso de los radicales, cuentan con toda la plataforma de la izquierda latinoamericana para enfrentar cualquier intento desestabilizador desde el exterior. Su discurso será de justicia social y puedo ver una intromisión cada día más clara de Cuba en ciertos asuntos de importancia nacional.
Cuba perderá eventualmente Venezuela como su colonia económica. Buscará garantizar ciertos ingresos de divisas por medio de nuestro país y nosotros pagaremos muchas campañas y luchas electorales en toda América Latina . Es decir, el socialismo del siglo XXI se transformará en la Cuarta Transformación Continental.
El PRI poco a poco, con esa capacidad irrenunciable que tiene, se confundirá con Morena. Los dos tienen el mismos origen y sin duda, el mismo marco ideológico. Del PAN es poco lo que puedo decir, será nuevamente una oposición aguerrida, solo que ahora confundida con sus ideales morales del siglo XX en pleno siglo XXI.
Los estados tendrán que negociar con el gobierno federal, sean oficialistas o de oposición. Es evidente que estamos ante un centralismo renovado donde los reflectores deberán todos iluminar a una sola personalidad, la del presidente.
El riesgo de convertirnos en una democracia iliberal es cierto, la izquierda en América Latina no tiene antecedentes democráticos, salvo excepciones muy puntuales. Por lo regular siempre intentan imponer su proyecto sin importar resistencias o impedimentos legales, que para ellos son simples formulismos sin mayor importancia.
Pero estoy convencido que México no será una presa fácil, se trata de la economía más evolucionada de Latinoamérica. Por momentos se nos olvida, pero somos la mayor potencia exportadora al sur del Rio Bravo, todos los demás países juntos no suman nuestras exportaciones, además estamos plenamente integrados al bloque norteamericano política, social y económicamente. Es difícil destruir toda la estructura económica del país, pueden intentarlo, pero habrá serias resistencias.
Por otro lado, la izquierda tarde o temprano se impactará de frente con la realidad. Los proyectos hermosos y nostálgicos que no sean viables económicamente, fracasaran. La infraestructura y los servicios que otorga el gobierno, sino realiza la inversión necesaria, colapsaran. Las presiones sobre el peso y las tasas de interés serán intensas, llegará el día, en esta administración o la próxima, que la tentación de imprimir billetes será obligada. Ya ha sucedido y no encuentro la razón para pensar que esta vez no sucederá.
Si logran en esta administración evadir las consecuencias económicas de políticas económicas erróneas, tendremos Morena para rato. Les habrá dado tiempo de tener clientelas electorales leales y una democracia de acuerdo a sus necesidades.
Y pensar que todo lo que necesitábamos como sociedad era ser más libres. Por desgracia el camino a la libertad siempre pasa por demagogos que ofrecen crear institutos que la administren.
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