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Derechohabientes y Germán, mucho en común

Salvador Muñoz / Qué tienen en común mi vecina y Germán Martínez, pareciera que nada pero sí, un chorro. Hace un mes la vi rengueando. Para alguien como yo que se lastimó el dedo gordo del pie en una de las banquetas chuecas de mi vecindario, supuso que la vecina se había tropezado y “falseado” el tobillo… ¡Me odio cuando me confirma la versión la señora! pero me tira al suelo cuando suponiendo que tendría una semana su percance, ella me dice que tiene más de un mes de ocurrido… ¿más de un mes y rengueando? Le pregunté si había acudido ya al doctor y me dijo que sí, pero para atenderla, tendría que esperar ¡un mes más! Me dejó estupefacto.

Hace poco coincidí con un amigo que trabaja en un instituto de Salud… por lo regular platicamos de nuestros perros. Esta ocasión fue diferente: ¡Estaba hasta la madre de la Cuarta Transformación! Entendía a la perfección que llegaran y dijeran que van a acabar con la burocracia y la corrupción, ¡perfecto! Pero fueron incapaces de preguntar qué hacía fulano, sutano, perengano, etcétera. No les importó el papel que desempeñaba cada persona a la que retiraron o despidieron porque el objetivo inmediato era aplicar la austeridad republicana y en un departamento donde se movían ocho personas, ahora lo hacen dos. ¡Sí! ¡Qué chingón! ¡Ah! también hubo un recorte presupuestal y de diez medicamentos que se tenía en farmacia, pues igual aplicaron la austeridad republicana y dejaron dos… y eso es un decir, porque de esos dos, posiblemente no se tenga uno en existencia; entonces, el derechohabiente tiene dos opciones: esperar un tiempo para volver a surtir su receta otro día… o comprarlo por fuera.

Sí, estas medidas de austeridad republicana repercuten directamente en una persona al final del día: en el paciente, en el enfermo, en el derechohabiente.

Me sigue contando mi amigo que tiene que acudir con un familiar a que le hagan “Quimios”… antes, había dos personas en recepción y archivo, dos doctores, dos enfermeras, dos residentes… al día, atendían a un considerable número de pacientes, ahora, con la austeridad republicana, hay dos o tres personas tratando de atender al derechohabiente y por ende, se reduce el número de casos que reciben la “Quimio”.

¿Sabe cuál es una de las principales tareas o reto que tienen Institutos como IMSS o Issste? La atención al derechohabiente. Se tiene la imagen de que la recepcionista, la enfermera o a veces, hasta el doctor, tratan con indiferencia a quien acude por atención médica a estos lugares.

La austeridad republicana de estos últimos meses abona para que esta mala imagen que se tiene del personal que allí labora, vuelva o se mantenga presente.

Cuando leo en la renuncia a la dirección del IMSS de Germán Martínez Cáceres las siguientes líneas, me doy cuenta que mi vecina y mi amigo, no estaban tan errados: “Algunos funcionarios de la Secretaría Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS y ponen en riesgo la vocación igualitaria, de justicia y, concretamente, de prestación de servicios de salud que tiene el Seguro Social.

El Presidente del Gobierno de México proclamó el fin del neoliberalismo, pero en el IMSS algunas injerencias de Hacienda son de esencia neoliberal: ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, y un rediseño institucional donde importa más el ‘cargo’ que el ‘encargo’. “Mientras se discute la remodelación del IMSS, muchos trabajadores siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes aumentan, el rezago en infraestructura es brutal –en 2019 prácticamente está en 0% el avance de obras y el pago a proveedores–, los contratos y convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse sin horizontes de legalidad y eficiencia; las compras de equipamiento paradas; las reclamaciones y litigios aumentan; y si bien el abasto de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares pende de un hilo.

Ese control del gasto tiene dos consecuencias fatales: una directa para el IMSS: pasillos de espera llenos de personas adoloridas; y maltrato o retraso en la atención a pacientes; y un segundo efecto indirecto todavía peor: el fortalecimiento de los servicios de salud privados, que ocasionará mayor ‘gasto de bolsillo’ de las familias cuando sus seres queridos tengan un padecimiento.

“Ahorrar y controlar en exceso el gasto en salud es inhumano. Ese control llega a escatimar los recursos para los mexicanos más pobres”.

Hace poco, vi a mi vecina cruzar la calle… observo que ya no renguea. La alcanzo y celebro que esté mejor de su pie y lanzo la pregunta: ¿Ya la atendieron en el Instituto?

–No, tuve que ir a un particular…

¿A poco no tienen mucho en común las palabras de mi vecina con las de Germán Martínez?

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