Édgar Landa Hernández / Recuerdo que la primera vez que fui a Tuzamapan fue con mi padre. Ya que él era distribuidor abarrotero y en ocasiones llevaba los pedidos de sus clientes. Su gente amable, amistosa, leal y sincera. Tuzamapan se encuentra a escasos kilómetros de la ciudad de Coatepec.
Incluso tengo muchos amigos que son de ahí. La mayoría gente trabajadora, gente de campo y de sus hogares. Por el año de 1990, junto con mi Amigo Rigoberto Barradas, solíamos llegar los domingos a las siete de la mañana e instalarnos en el mercado donde se llevaba a cabo la vendimia. Vendíamos artículos de cristalería y peltre, para ganarnos unos pesos más, ya que pronto nacería mi primogénita. La gente nos recibía cálidamente. ¡Eran otros tiempos!
La mayoría de la gente se conocía, un pueblo muy tranquilo y pintoresco.
Hoy las cosas han cambiado. Me despierto con la noticia que un grupo armado abrió fuego contra varios lugareños que se disponían a vender sus limones.
Hoy el pueblo huele a dolor, a pólvora. Los restos de las balas percutidas han quedado sobre la tierra. Otras más en los cuerpos de gente que no supo ni de dónde llegó el artero crimen. Hipótesis muchas, verdades pocas. Como diría mi madre “la verdad solo Dios la sabe”. Conozco el dolor de estas tragedias, se la impotencia que se vive cuando uno de nuestros familiares ha sufrido un atentado de características similares por parte de hordas que buscan obtener dinero de una manera fácil. ¡Y sin embargo no podemos hacer nada!
¿De qué manera explicarles a las madres y familiares de estas personas que se hará justicia?
A nuestro estado lo cubre una mácula de rufianes que les ha tomado la medida a nuestras autoridades.
Me uno al dolor de los familiares de toda esta gente a la que se le ha quitado la vida.
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes A.C.
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