Decía el comercial de antaño: «En la casa y la oficina, tenga usted Vitacilina. ¡Ah, qué buena medicina! Es muy buena en rasponcitos, cortaduras, quemaditas que sean leves; rozaduras de pañales también leves, infecciones de la piel también muy leves. Ya lo sabe en la casa y la oficina tenga usted Vitacilina, ah que buena medicina». Al parecer la Vitacilina no está recomendada para el ardor. Sin embargo, entre las huestes chairas recomendar Vitacilina se convirtió en un tópico para aquellos a quienes les ardía la victoria de Andrés Manuel López Obrador.
De modo que recomendar Vitacilina es muy de chairos, quienes han demostrado ser poco originales, quienes han demostrado escasa inteligencia; verbigracia, Cuitláhuac García. Pero en el video que circula, donde el gobernador recomienda Vitacilina para el ardor de Yunes por la derrota de su hijo, hay un detalle que no debemos pasar por alto. Cuitláhuac García utiliza la palabra “ciudadano” no como sustantivo, sino como un adjetivo peyorativo. «El ciudadano Yunes», dice. «El ciudadano Elías», remarca, como si ser “ciudadano” te hace desmerecedor de la atención de un gobernador.
Y es que, en México, sobre todo en la política, tener un puesto público te convierte en “hidalgo” (hijo de algo), no tener puesto público te deja como un simple “ciudadano”, alguien no digno de atención. Señala la escritura, «de la abundancia del corazón habla la boca», lo que quiere decir es que lo que decimos delata lo que hay en nuestro corazón. Ese es el verdadero Cuitláhuac García, un bufoncillo que desdeña al “ciudadano” de a pie.
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