Hay que ser muy valiente o muy tonto para meter las manos al fuego por alguien que tiene cola que le pisen. Si algún partido político necesita ganarse la confianza del electorado, sin duda alguna ese es el PRI. Sus exquisitos miembros, salvo honrosas excepciones, usaron el poder sólo para enriquecerse. Se valieron de prácticas con falta de honradez para beneficiar a los suyos. Ahí está el caso de los exgobernadores veracruzanos Javier Duarte y Fidel Herrera, este último trasquiló al erario veracruzano hasta más no poder.
Su mandato fue una verdadera lujuria y rebatinga de los recursos de los veracruzanos. Los líderes sindicales, aprovecharon esta oportunidad para afianzar sus feudos. Ahí está el caso bien documentado de Érika Ayala, quien bajo el cobijo del Tío Fide metió a su parentela y amigos a la nómina del Cobaev. El último caso muy sonado de nepotismo fue el de su propio hijo, quien sin preparación académica gana sin trabajar la cantidad de un maestro de tiempo completo.
Y esto viene al caso, pues resulta que el líder estatal del PRI, Marlon Ramírez, cierra filas con Érika Ayala y dice que le PRI le brinda todo su apoyo por tan infames acusaciones. ¡Por favor!, valiente ayuda le da al PRI, un personaje que llega al frente de una institución completamente desacreditada. No cabe duda que tiene razón el dicho: «Dios los hace, y ellos se juntan».
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