Namiko Matzumoto se prestó a la farsa de crear una comisión de protección a periodistas. Una idea de Gina Domínguez y de su pariente Érik Lagos, quienes se la vendieron a Javier Duarte después de los muchos periodistas asesinados al principio de su sexenio. Con esto la señora Matzumoto se prestó para limpiarle el rostro a un sexenio manchado de la sangre de decenas de periodistas. Así, en su ejercicio cotidiano de abyección, llegó a la Comisión Estatal de Derechos Humanos donde ha pretendido hacer como que trabaja. Se esperaba que con la llegada de Cuitláhuac García, Matzumoto saliera, pero alguien le dijo que ella se podía prestar para lo que fuera, y la dejó.
Ahora la señora Matzumoto demuestra de qué está hecha, y se atreve a mandar una recomendación para que la Fiscalía pague una compensación a Gilberto Aguirre Garza «por los daños y sufrimientos derivados de los actos de tortura de que fue víctima». Matzumoto se resistía, pero al final se tiró al mismo chiquero de Éric Cisneros y de Cuitláhuac García. El padre de Gibrán Martiz acusa que su hijo fue torturado y asesinado por los policías de Arturo Bermúdez, y que en ese caso se coludió Gilberto Aguirre Garza. ¡Cuánta indecencia la de Matzumoto!
El padre del joven cantante asesinado señala, en entrevista a Ignacio Carvajal, que dicha recomendación es una burla, una sinvergüenzada, pues con ello le dan al criminal un estatus de víctima. La Matzumoto debería estar más preocupada en la reparación del daño a la familia de Gibrán Martiz, pues la misma CNDH emitió una recomendación para la reparación del daño. Por cierto, la misma CNDH fue la que determinó científicamente que lo de Gibrán Martiz fue una ejecución extrajudicial. Pero de eso la indecente de Namiko no sabe nada.
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