«Un político hará cualquier cosa por conservar su puesto. Incluso se convertirá en un patriota», dice William Randolph Hearst. Pero hay otros que por conservar el poder y la venia del superior, hace todo lo posible por quedar bien a consta de hacer el ridículo. Se acuerda usted como entro Roberto Zenyazen Escobar, secretario de Educación a la Fiscalía General del Estado con todo un séquito de aduladores, incluida la contralora del estado Leslie Mónica Garibo Puga. El flamante funcionario llegó creyendo que llevaba la jugada maestra para poner en jaque al fiscal.
Sin embargo, su rostro cambio cuando se le acercó un policía ministerial y le entregó un citatorio para que se presente a declarar. Inmediatamente su rostro cambio y comenzó a tragar saliva. Consideró esta acción como un acto intimidatorio de la Fiscalía General del Estado por la denuncia que presentó por irregularidades cometidas por el anterior gobierno estatal. Lo cierto es que no contaba con esa magistral jugada que le aplicó el fiscal.
Por esa razón, nos preguntamos qué pasó con sus intenciones de seguir con su show. Que acaso tiene miedo a que le finquen responsabilidades penales. Lo cierto es que hasta el momento Roberto Zenyazen Escobar está apostando todo su futuro político a su cercanísima amistad con el gobernador Cuitláhuac García.
Ha llegado al grado de desatender asuntos importantes por andar de damo de compañía del Ejecutivo estatal. Ojalá y de verdad que alguno de sus eficientes asesores le recuerde que tiene cuentas pendientes aún con muchos padres de familia que solicitan maestros para sus escuelas.
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