El sindicalismo charro, aquel que descansó su fortaleza y poder en el corporativismo y que canjeaba sin pudor alguno el sometimiento de los trabajadores por diputaciones, gubernaturas y jugosas prebendas, se encuentra herido de muerte. El Acuerdo 98 de la Organización Internacional del Trabajo, mismo que fue respaldado por el Senado mexicano, y la aprobación de la nueva Ley Laboral, pone a los liderazgos charros al borde de la extinción.
Durante décadas, los sindicatos mayoritarios, especialmente el de Pemex y el del SNTE han elegido a sus representantes mediante la figura del delgado. Regularmente era alguien incondicional a los líderes charros. La base trabajadora no tenía acceso directo, libre y secreto para elegir a sus líderes.
Hoy hay otro escenario, el PRI está hecho talco y la ley está a favor de la democratización sindical, ahora será necesario vencer la apatía y fomentar la participación de los trabajadores para que la democracia sindical sea una realidad. Sólo de esta manera, los sindicatos mexicanos, podrán limpiarse y formar sus nuevas estructuras de los verdaderos trabajadores. Ojalá y el Gobierno Federal ponga orden y conmine a los líderes charros para abrir la puerta a la democracia sindical.
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