Lo grave es que el gobierno morenista llegó pregonando que en su gobierno no iba a haber ninguno de los vicios que se hicieron comunes en otros sexenios. Con esa promesa, con ese discurso de honestidad y limpieza fue que muchos electores se decidieron a votar por Morena. Hartos del PRI, hartos del PAN, querían creer que la propuesta del Movimiento de Regeneración Nacional sería la Cuarta Transformación. Pero la corrupción que empieza a anidar en varias dependencias del gobierno de Cuitláhuac García, pronto germinará y se hará una constante.
Sobre el nepotismo, donde se pudo dar un ejemplo claro de que la honestidad no era sólo un discurso, el gobernador prefirió no hacer nada. Y no hizo nada porque él mismo vive en pecado, manteniendo en su puesto a Eleazar Guerrero, su primo incómodo, quien no sólo le abrió la puerta a sus excompañeros fidelistas y duartistas, sino que es el que se ocupa de los moches en el gobierno.
Los trabajadores en el desfile del Primero de Mayo piden que se acabe la corrupción y el nepotismo; llegará 2020 y volverán a pedir lo mismo, porque el gobernador no tiene la voluntad de cambiar nada.