A dos días del fallecimiento de la estudiante Aideé Mendoza Jerónimo el pasado 29 de abril, tras recibir un impacto de bala mientras se encontraba en un aula y que al parecer fue provocado por otra alumna del plantel, parte del estudiantado y algunos padres de familia han roto el silencio a través de diferentes medios, para denunciar las pobres medidas de seguridad y protestar contra la negligente actitud de directivos y autoridades. Sumado a esto, se ha hecho notorio el historial de problemáticas que oscurecen aún más este recinto del saber. Aideé Mendoza se sumó a la lista de un par de alumnas asesinadas, unas cuantas más desaparecidas, abusos sexuales en cierta zona del plantel y asaltos constantes fuera del mismo.
Cabe señalar la implementación de botones de pánico dentro de las instalaciones, mismos que hasta ahora siguen en fase de prueba y sin funcionamiento alguno. Esta lamentable serie de acontecimientos que se han suscitado en estas instalaciones educativas y que ha ido en aumento al pasar el tiempo, es sin duda un reflejo claro del detrimento constante de la seguridad que aqueja a la población mexicana. En cuestión de violencia, inseguridad, delincuencia, miedo e incompetencia de las autoridades ni una sola parte de nuestra nación se libra; pero que se dé dentro de las aulas, si que es preocupante.