Lo cierto es que a Juárez le ganó el tiempo y no pudo contra la ley de la naturaleza. Mientras el yacía, nacía el descontento en las clases populares alentadas por los liberales, antiguos aliados del Benemérito de la Américas. Al menos en Veracruz, la inseguridad permea y afecta la vida de los veracruzanos, no obstante, en lugar de conminar y convencer, se dejó ver como un dictador que no se equivoca, sobre todo al consecuentar los yerros del gobernador veracruzano.
Esta deificación de López Obrador sobre Juárez lo hace ver como un hombre de instituciones y de Estado, no obstante, por otro lado lo hace ver como un hombre obcecado y estrecho de miras. Andrés Manuel López Obrador, quieran o no sus detractores, ya tiene un papel importante en la historia de nuestro país, sin embargo, esperemos que las mieles del poder y el canto de las sirenas no le hagan perder el piso como a Juárez, que en algún momento de su vida le pasó la idea de perpetuarse en el poder.