Andrés Manuel López Obrador y la tentación de la dictadura democrática

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Desde que López Obrador comenzó a pisar fuerte en la política mexicana, la sombra de Juárez lo ha arropado, una sombra de claros y oscuros, ya que, si bien Juárez provenía de una raíz indígena, no se puede decir que éste haya sido indigenista. Juárez ha sido tal vez por muchos sobrevalorado, sin embargo, nadie niega su aporte a la democracia mexicana en momentos cruciales para nuestro país. Un contraste entre Juárez y AMLO es que el primero estaba alejado del misticismo, mientras que al presidente tabasqueño no le desagradan los rituales. Ahí está grabada la parafernalia de su unción en un ritual indígena.

Lo cierto es que a Juárez le ganó el tiempo y no pudo contra la ley de la naturaleza. Mientras el yacía, nacía el descontento en las clases populares alentadas por los liberales, antiguos aliados del Benemérito de la Américas. Al menos en Veracruz, la inseguridad permea y afecta la vida de los veracruzanos, no obstante, en lugar de conminar y convencer, se dejó ver como un dictador que no se equivoca, sobre todo al consecuentar los yerros del gobernador veracruzano.

Esta deificación de López Obrador sobre Juárez lo hace ver como un hombre de instituciones y de Estado, no obstante, por otro lado lo hace ver como un hombre obcecado y estrecho de miras. Andrés Manuel López Obrador, quieran o no sus detractores, ya tiene un papel importante en la historia de nuestro país, sin embargo, esperemos que las mieles del poder y el canto de las sirenas no le hagan perder el piso como a Juárez, que en algún momento de su vida le pasó la idea de perpetuarse en el poder.

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