Cuitláhuac García escucha las quejas de una persona y lo primero que se le ocurre es decirle que si no puede pues que renuncie; escucha las quejas de otra persona sobre una carretera y le dice que eso les pasa por votar por otro partido; asesinan a 13 personas en Minatitlán y lo único que se le ocurre es deslindarse de sus responsabilidades para repartir culpas a otro. ¿Qué ha hecho el gobernador sobre las denuncias probadas de nepotismo? Primero encubrirlas, después ignorarlas. ¿Qué ha hecho sobre los señalamientos de corrupción y moches por parte de su primo Eleazar Guerrero? Guardar silencio cómplice y dejar que las cosas pasen.
Si esto no es ser mala entraña, entonces, ¿qué lo es? Por otro lado, hace rato que Cuitláhuac García ha dejado de ser honesto, y es que una persona honesta no sólo es la que no roba, sino la que actúa rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral y Cuitláhuac García hace rato que olvidó lo que es el camino recto, hace rato que se olvidó de la moral. Es por ello que las palabras de Andrés Manuel López Obrador cayeron a sus seguidores como bálsamo de Galaad; el presidente no ha dejado de confiar en su discípulo.
Pero aquellos que día con día contemplan la realidad, aquellos que viven en esa realidad, sobre todo la gente del sur que vive sumergida en la violencia; sobre todo aquellos que tienen dos dedos de frente y se dan cuenta que en Veracruz no hay quien gobierne. Con esto nos damos cuenta que la palabra de Andrés Manuel López Obrador no es infalible. López Obrador, también se puede equivocar. Si Cuitláhuac García fuera honesto, tendría que reconocer que el cargo le quedó muy grande.
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