Una versión más detallada del adolescente que tenía a su cargo a la pequeña, narra que la señora, quien efectuó el robo, se sentó junto a ellos para posteriormente entablar una conversación con el muchacho. Poco después el chico se dirigió hacia el Metro donde fue seguido por la mujer. Cuando la señora estaba por retirarse, la beba le estiró los brazos y el muchacho se la dio. Al poco rato regresaron donde estaba la hermana del muchacho, pero al tener esta necesidad de ir al sanitario, el chico le encargó la niña a la señora. Al regresar, la mujer ya no se encontraba; el robo se había efectuado. Después de esto la delincuente vendió la niña a la pareja que fue arrestada. La mujer aún sigue prófuga.
La pequeña fue entregada a su madre en la Subprocuraduría de Atención a Víctimas de la Procuraduría General de Justicia. En esta ocasión fue un alivio que la pequeña fuera encontrada. Este suceso debe concientizarnos sobre el siniestro hecho del tráfico de menores y de la venta de órganos, que muchas veces son lo que está atrás del robo de menores. El exceso de confianza que se tiene en la gente, mayormente en personas ajenas pueden ser un arma de doble filo; más aún en las manos de adolescentes inexpertos en la vida e irresponsables por naturaleza.