Salvador Muñoz / Sólo un necio negaría que la percepción que se tiene del Gobierno de Veracruz, es que guarda un estado de anemia política increíble; se encuentra débil y muy, pero muy lejos de la expectativa que generó la alternancia en la sede del Poder Ejecutivo en la calle de Enríquez. Por supuesto, esto pudiera ser una oportunidad para cualquier partido opositor al sistema que hoy mandata, como pudiera ser el PAN o el PRI, por citar a los más emblemáticos en este momento, aunque en realidad, los únicos perjudicados son los veracruzanos, la sociedad en general, ajenos a pugnas políticas de quienes tienen, anhelan y añoran el poder.
¡Qué tan débil se ha de ver el Gobierno que todo le critican! Mire: el pasado lunes, en el V Encuentro Nacional Deportivo de la Unidad de Educación Media Superior Tecnológica Industrial y de Servicios de la Secretaría de Educación Pública (SEP), García Jiménez, para dar por inaugurado el evento, cobra un penalti ante la portera Daniela Montero Cancino, ¡y lo falla! No es que haya detenido el tiro la cancerbera, sino que Cuitláhuac lo manda a un lado de la portería.
El resumen de comentarios al yerro se pudiera resumir así: “¡Ni para eso sirve!”
Es una sentencia dura, fría, contundente en las redes sociales, pero exhibe sin querer, el desencanto prematuro en un gobierno en ciernes.
En descargo de Cuitláhuac García Jiménez, desde mi punto de vista, es el menos culpable, no de fallar el penalti, sino de la situación por la que atraviesa su débil gobierno. Me explico:
Quienes recuerdan a Cuitláhuac en campaña, han de evocar a un candidato muy aguerrido, muy entrón, muy crítico tanto del sistema en el poder, como de su principal contrincante (me refiero a la pasada elección; en la del 2016, se vio muy tibio). Incluso, baste evocar a ese diputado federal que se metía entre los policías para luchar contra la evaluación magisterial o aquel ciudadano que entraba al Museo de Antropología y no le importaba ser jaloneado por los elementos de Seguridad con tal de exponer su protesta…
El asunto de este candidato era a la hora de exponer proyectos, propuestas, ideas…
Cuitláhuac ganó, algunos dicen que por el efecto AMLO, otros porque el PRI no estaba dispuesto a perpetuar a los Yunes seis años más (fuera azul o rojo), pero “haiga sido como haiga sido”, ganó. La pregunta es: ¿se preparó para ello? Del día de la elección a su toma de protesta, usted puede tener la mejor opinión. La mía es que no.
¿Es una exageración calificar a un gobierno a través de un penalti fallido? Quizás, pero el asunto es que la analogía que en las redes sociales se hace, es que si así cobra un penalti, igual gobierna.
Ahora, en descargo de Cuitláhuac, déjeme decirle que hubo un gobernador que no sólo falló un penalti, ¡sino cuatro!
En agosto de 2014, la Selección Mexicana de futbol, acudió al estadio Víctor Manuel Reyna, previo a un encuentro que habría de disputar con Honduras. Durante el entrenamiento, visto por cerca de 300 aficionados, se hizo presente el entonces gobernador Manuel Velasco Coello quien saludó a cada uno de los verdes y al final, intercambió algunas palabras con Memo Ochoa, quien se puso bajo los tres palos y el mandatario estatal colocaba el balón en el manchón penal. Mientras, el resto de los seleccionados se acercaban a las gradas para firmar autógrafos y tomarse selfies, pero muchos se dieron cuenta de los “kikinazos” del Güero Velasco:
El primer tiro, por fuera, ni siquiera arañó el poste izquierdo, aunque eso sí, se llevó un grito de “¡Eeeeee… puto!”
El segundo cobro, en las mismas condiciones, sólo que al lado derecho… ¡un calcetinazo! ¡ya ni le gritaron!
El tercero, sólo se recostó a su izquierda Memo Ochoa y lo detuvo con facilidad.
El cuarto, con más fuerza pero al mismo lado, que el cancerbero rechazó.
El quinto, fue a la derecha, y lo adivinó Memo Ochoa pero el “¡Yaaa! ¡No mames!” de quien grababa, dejó en claro que se dejó meter el gol.
Sí, nada quizás tenga que ver que Cuitláhuac falle un penal, pero lo más preocupante del caso es que a cuatro meses de mandato, uno no deje de pensar que al menos en su débil gobierno, él apueste más a un “¡Tuya, mía, tenla, te la presto! ¡Acaríciala!” porque todo parece que “¡La tenía! ¡era suya! ¡y la esta dejando ir!”
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