Abiram Hernández: crimen de efecto letal

Durante la protesta para exigir justicia por el asesinato del activista por los Derechos Humanos, Abiram Hernández Fernández, hubo llanto. Los rostros mostraban la tristeza, pero también el miedo. Hay temor de vivir en el estado de Veracruz y más cuando se busca a personas desaparecidas. Él acompañaba a los familiares que salían a buscar a sus seres queridos ausentes FOTO: FRANCISCO DE LUNA
- en Opinión

Mussio Cárdenas Arellano / 

* En 2017 arremetió contra el ex director de Periciales  * Gilberto Aguirre y las pruebas genéticas desaparecidas  * Marcelo Montiel alista su regreso  * Educadora pederasta en el DIF  * Esposa del alcalde, en la mira  * Cuitláhuac sigue endeudando a Veracruz  * Cae Joel Arellano, el vocero del Comediante Supremo  * Un yunista, el Bermúdez Azul

Solo e inerme, abandonado en su tragedia, Abiram recibió un castigo brutal. Sobre el rostro los golpes, torturado con saña, sufriendo el castigo, herido en el alma, dejando la vida hasta que una descarga letal habría de partirle el cráneo, segando el dolor.

Aquel que alzó la voz, el que fustigó al fiscal de Córdoba, el que habló y exigió, reclamó y se engalló, ya no está. Aquel que imputaba a Gilberto Aguirre, ex de Servicios Periciales, la pérdida orquestada, no extravío, pérdida deliberada de muestras genéticas para identificar restos de desaparecidos, fue ultimado.

Aquel día —marzo 23 de 2017—, frente a Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, Abiram Hernández Fernández hizo suyo el reclamo de los colectivos dedicados a la búsqueda de desaparecidos, por sus tretas y la contrajusticia de los esbirros de Javier Duarte, el engaño y el dolo.

Increpó y cimbró al gobernador. Iba irritando al hacerse escuchar, advirtiendo que ese fiscal de Córdoba, Gilberto Aguirre Garza, fidelista y duartista, mantenido ahí para evitar que huyera, tenía responsabilidad en la pérdida de muestras de ADN aportadas por familiares de desaparecidos, las que son comparadas con las de los restos óseos hallados en fosas clandestinas o en cualquier paraje de Veracruz.

Abiram —35 años entonces—, sociólogo, fundador y acompañante de colectivos, integrante del Centro de Estudios y Servicios Municipales Heriberto Jara, impulsor del Colectivo por la Paz, tocaba la fibra que daría pauta a una de las investigaciones más demoledoras para consolidar delitos por desaparición forzada del gobierno de Javier Duarte.

Fiscal en Córdoba, Gilberto Aguirre venía de ser director de Servicios Periciales con Fisculín, alias Luis Ángel Bravo Contreras, el fiscal del régimen duartista, hoy en prisión, sujeto a proceso penal por desaparición forzada. Y Abiram lo reclamó:

La mayoría de los perfiles genéticos que se hicieron —expresó— están extraviados. El anterior responsable de la Fiscalía, específicamente de la unidad de servicios periciales es una porquería, es una cochinada pero además está premiado, el señor es Fiscal Regional de la fiscalía de Córdoba (…), a los corruptos a los que hacen una porquería no se les castiga, se les premia”.

Ese día Gilberto Aguirre renunció. Y un año después —abril 3 de 2018— fue aprehendido bajo cargos de desaparición forzada.

Abiram volvió a hablar.

Sobre Gilberto debía investigarse por negligencia: “Si lo sabía, es muy grave porque lo ocultó, pero si no lo sabía es peor, porque de qué clase de director estamos hablando”.

Y pedía fincarle cargos al ex fiscal Bravo Contreras por ser jefe directo de Aguirre Garza:

Era el responsable de vigilar qué estaba pasando ahí. No puede lavarse las manos y decir que el de atrás paga cuando tenía un cargo y una responsabilidad. Es momento de llamarlo a cuentas”.

A Fisculín le habían demandado que se investigara en La Barraca, municipio de Emiliano Zapata, colindante con Xalapa. Ahí había indicios de cuerpos humanos.

Ahora entendemos —dijo—por qué nunca se hizo una inspección a fondo, ni una búsqueda seria”.

Y exigía que la cadena de mando en su totalidad fuera llamada a declarar para esclarecer el por qué de la pérdida de muestras genéticas.

Otros agraviados, familiares de desaparecidos reclamaban entonces la descomunal treta de Gilberto Aguirre: desaparecía muestras genéticas, extraviada libros con la información recabada, confeccionaba nuevos libros, aparecían los libros extraviados y entre unos y otros había discrepancias graves. 

Más de 3 mil desapariciones habían ocurrido oficialmente en el nefasto régimen duartista. Y de ellos ni el 10 por ciento contaba con perfiles genéticos de familiares. Su misión fue borrar huellas.

El 23 de febrero del 2017, los colectivos denunciaron que de las más de 3 mil denuncias por desaparición, la FGE solo procesó 266 perfiles genéticos de familiares. Durante años, la Dirección General de Periciales mintió y nunca integró un banco estatal ni hizo comparativa de perfiles genéticos con cuerpos encontrados”, refiere un despacho de la Agencia Veracruzana de Comunicación (AVC).

Sobran los testimonios que describen a Gilberto Aguirre, maestro en Ciencias Penales, como el autor de una infamia. Ocultaba cuerpos; a otros, plenamente identificados, los enviaba a la fosa común; unos más permanecían en el sepulcro común porque los jueces se negaban a autorizar la exhumación ya que los familiares solicitaban llevar un perito independiente por la desconfianza que sentían hacia el forense de la fiscalía.

Paró en la cárcel cuando se le implicó en la desaparición de 13 personas, cuyos cuerpos fueron arrojados en la barranca La Aurora. Se trataba de presuntos “halcones” informantes al servicio del crimen organizado, levantados por los grupos de élite del ex secretario de Seguridad Pública del gobierno de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita, alias Capitán Tormenta.

Pieza clave en la trama de desaparición forzada, Gilberto Aguirre es el ex fiscal de Córdoba al que Abiram Hernández exhibió. Alzó la voz y cuestionó que se le hubiera premiado. Habló y cimbró al gobierno de Veracruz y a la élite política, al yunismo azul, al entonces gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares. Y lo despeñó.

Un año libre y luego Gilberto Aguirre fue a prisión. 

Un año después, Abiram muere.

Golpeado con saña, brutal el castigo, sobre el rostro la felpa y al final la descarga letal que le partió el cráneo y le expuso la masa encefálica. Se infiere que algo le querían sacar. Y quizá habló.

Hallado en su hogar de Arboledas del Sumidero, en Xalapa, el sábado 30 de marzo, el escándalo sacude a Veracruz. Estruja los corazones de familiares de desaparecidos, compañeros de lucha con los que marchó en la exigencia de justicia.

Por él, salen a las calles, marchan, advierten y reclaman. Por Abiram alertan que la represión está ahí, asomando el rostro, lanzando el mensaje, advirtiendo los riesgos al que hurga en la tierra, al que desafía al sistema, al que al hallar al familiar desaparecido precipita la justicia sobre el crimen organizado y el aparato policíaco y de justicia que calla, protege y encubre al mal.

Golpe letal, el crimen de Abiram Hernández es el punto rojo en la estadística de Cuitláhuac García. Tendrá que vivir el gobernador con la carga de asesinato brutal, la tortura previa, del joven activista social, cometido en el naciente régimen de Morena.

A Javier Duarte le ocurrió así.

Asesinada en su hogar, Regina Martínez era una periodista sin par, acuciosa, profesional, corresponsal de la revista Proceso, relatora de la realidad cruda de Veracruz, de los excesos de Fidel Herrera Beltrán, de las locuras incipientes de Javier Duarte, de las trapacerías de la clase política dominante y sus nexos con el crimen organizado.

Marcó a Javier Duarte el crimen de Regina, el 28 de abril de 2012. Y se agravó cuando en su inmundo cerebro se perpetró la infamia de enlodarla, armando una trama judicial deplorable, acusando a la periodista de haber provocado su muerte, pues los asesinos —según el sucio Duarte y el enfermo procurador Reynaldo Escobar— eran amigos, convivían, se embriagaban. Y al intentar robarle, la golpearon y estrangularon.

Tras el crimen, tras la manipulación de los hechos, tras el inmoral uso del aparato de justicia, Javier Duarte se comenzó a desplomar.

Abiram ya no está. Quedan sus denuncias, su índice de fuego, la fuerza moral que lo distinguió, acusando a los que ocultan cuerpos, a los que tuercen la ley, al que extraviaba las pruebas genéticas, a quienes le permitieron agraviar a toda una sociedad.

Abiram ya no está, pero Cuitláhuac sí.

Y su muerte tiene efecto letal.

Archivo muerto

Yerba mala, nunca muere. Y Marcelo Montiel alista el regreso. Del inframundo en que se metió, nueve años serpenteando, asestándole golpes al PRI, pactando con la oposición, opera su vuelta a la alcaldía de Coatzacoalcos. Se reagrupa. Jala adeptos. Busca a quienes lo fueron y los echó del harem. Bajan sus huestes —lo que queda de aquella estructura— a colonias y enclaves, imaginándose que los demás no tienen memoria, los que lo vieron tomar el botín y partir. Traidor al PRI, pactó en 2015 con Rocío Nahle y la hizo —literalmente la hizo— diputada federal de Morena por Coatzacoalcos. Operó el triunfo morenista en 2016, diputación local para Amado Cruz Malpica. Le acarreó votos a Morena en 2017 y así llegó Víctor Manuel Carranza Rosaldo a la alcaldía, sacrificando al líder cetemista Carlos Manuel Vasconcelos Guevara. Operó de nuevo en 2018, el cinco de cinco que catapultó a Andrés Manuel López Obrador, Tania Cruz, Amado Cruz Malpica, Cuitláhuac García y el Senado para Ricardo Ahued y Rocío Nahle, hoy secretaria de Energía. Ahora cobra el favor. Desplomándose Morena por las gestas del Comediante Supremo, Víctor Carranza, vuelve Marcelo Montiel al escenario. Uno de sus alfiles irá por la candidatura a la presidencia municipal en Morena, un caballo de Troya; al otro, Joaquín Caballero, lo ubican en una diputación. Con la venia de Morena, el marcelismo se reedita. Y el priismo en pleno, los que se quedaron a llorar las derrotas, sólo lo verán llegar… Al Comediante Supremo le detonan los misiles en su trinchera. Antes, un secuestrador y un narcomenudista ejecutado, un pervertidor de hondureña y un falsificador de actas de cabildo, el vocero que exige moches y varios funcionarios que acosan a las empleadas. Y ahora la educadora pederasta. Sobre el Comediante Supremo —Víctor Manuel Carranza— se desatan tormentas de miedo. Cuatro niñas en el Centro de Atención para el Desarrollo Infantil Eva Sámano, del DIF, fueron agredidas sexualmente, detenida ya su directora, Luz María “N”, por solapar y encubrir al fotógrafo Reyes “N”, presunto autor del atroz agravio. Denunciados ambos, ya están en prisión, imputados y en los umbrales de un proceso penal. Cuatro niñas y pueden ser más. Estalla el escándalo y alcanza al presidente municipal de Coatzacoalcos y a su esposa Lucila Aguilar Manjarrez, pues en el DIF nadie actuó a tiempo, nadie escuchó, todos desoyendo las voces de alerta que algunos padres habían lanzado. Atrapa a Lucila Aguilar y su marido, el alcalde Carranza, sólo atina a pedirle al cabildo su comprensión. ¿Y la justicia para las niñas? Sabiendo o no, la titular del DIF pronto sentirá que la ley la alcanza. Hay quienes están implicados por acción y omisión, dice el fiscal general Jorge Winckler. Y el Comediante Supremo y su esposa tiemblan… Lo adelantó Maryjose Gamboa y así es. Va Cuitláhuac García por su tercer crédito, esta vez por mil 650 millones de pesos. Deuda pura que se suma a los 4 mil 500 millones producto de otro crédito con Banobras y lo que solicitó a cuenta de participaciones federales. Y eso que el gobernador fustigaba a su antecesor Miguel Ángel Yunes Linares, acusándolo de endeudar a Veracruz. Y eso que ofrecía en campaña que él no cometería tal abominación. Y todo a espaldas del Congreso, aduciendo que mientras no rebase el 6 por ciento del presupuesto para el 2019, no requiere el aval de la Legislatura. Algo parecido al robo hormiga. Sutilmente lo perpetran. Sutilmente, Cuitláhuac endeuda. Lo adelantó Maryjose Gamboa y lo confirma el secretario de Finanzas del gobierno de Veracruz, José Luis Lima Franco… Corrosivo, Joel alcanzó el clímax y se fue. O lo echaron. O lo echamos. Alcanza el cenit del oprobio, la repulsa de todos, quejas y denuncias, las de un auto que no quería pagar y la de Rosa Judith Marcelo Gallegos, fotógrafa del área de prensa a quien le robaba la mitad del salario, o las felpas que se lleva el Comediante Supremo, alias el alcalde, alias Víctor Manuel Carranza, por sus mil y un desatinos verbales, el atropello al ciudadano, el abuso de poder, el derroche, la falta de obra y el caso de pederastia en la guardería del DIF. Por lo que fuera, Joel Alejandro Arellano Torres dejó la Dirección de Comunicación Social del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Ahí fue un tirano, irascible, procaz, lépero y vulgar, incapaz de defender a su alcalde de las palizas diarias. Cuentan que su renuncia se asocia al tuit infame de la Secretaría de Energía embistiendo a los senadores que exhibían las miserias intelectuales y la ignorancia de los aspirantes a los cuatro espacios en la Comisión Reguladora de Energía. Salió Rocío Nahle, titular de aquella dependencia, a disculparse por un mensaje chairo en Twitter que emitió la Sener cuando con ese lenguaje se expresa la yihad pejista. O sea, el lodo es parte de la Cuarta Deformación, cosa que México entero sabe, pero ahora hay evidencia legal. Sea como sea, Joel se fue. Y lo releve quien lo releve, Carranza seguirá igual… ¿Quién es ese yunista al que ya apodan Bermúdez Azul, que cimenta su negocio sobre la violencia y el dolor, el miedo al secuestro, al homicidio, a la extorsión? Sabiendo que esto es cuento de nunca acabar, lo suyo es brindar servicios de seguridad privada, porque los carteles, los capos, sus sicarios nunca se irán. Y el negocio es un filón…

Publicada en mussiocardenas.com
3 de abril de 2019

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