Salvador Muñoz / ¿Quién se atreve a abuchear al Presidente más popular en la historia reciente de México? Digo, porque antes que El Peje, se quiera o no, tuvo su “pegue” Vicente Fox Quesada. No creo que los niveles de Fox los haya alcanzado Felipe Calderón y mucho menos Enrique Peña Nieto, que como candidato, fue mucho mejor que su antecesor, pero no al grado de su sucesor.
Para López Obrador, quien lo abuchea fue “la porra fifí”… en lo particular, para mí, quien abuchea al Peje, es la gente… o dicho en sus propias palabras, el Pueblo Sabio que da y quita.
Sinceramente no recuerdo en algún evento deportivo, al menos en México, que la presencia de un político sea bien recibida por la afición que dicho sea de paso, ya tiene a un líder que seguir, apoyar y aplaudir: el equipo por el que llega a un estadio, por hablar en lo particular, como en este caso, los Diablos Rojos.
Se entiende la respuesta ácida, amarga, y quizás visceral del Peje a los abucheos: “No voy a hablar mucho porque hay algunos de la porra del equipo fifí, pero la mayoría de la gente está a favor del cambio y a favor del rey de los deportes: el béisbol”. Y se entiende porque si no mal recuerdo, es la primera vez que se enfrenta a un escenario adverso y lo peor, en un terreno donde se supone, se mueve como Peje en el agua: en un estadio de Béisbol… Sí, en su deporte favorito… ¡vamos! ¡esa línea de hit nunca se la hubiera imaginado! Pero es natural…
A ver, no es lo mismo ir a un estadio, donde se ha de llevar a cabo un evento deportivo, en donde se concentra un sinfín de almas con el único propósito de divertirse, que ir a un acto político donde es común el acarreo de gente afín, cuyo propósito es de todos conocidos: aplaudir y echar porras.
No se necesita gran ciencia… por ejemplo, los colmilludos de estos quehaceres, ponen a varias personas en algunos puntos entre el público, para que de acuerdo al discurso del personaje, en un momento de énfasis, inicie una de estas personas a aplaudir… ¿qué ocurre? hay un contagio social y entonces, de cierto modo, se ejerce una especie de “presión social” para que se repliquen los aplausos. Esto es más fácil cuando hay acarreados porque basta un pequeño empujoncito para que se activen las porras… pero, ¿previo a un partido de béisbol? ¡vamos! AMLO llegó a terreno neutro y el resultado fue el más normal que pudo haberle ocurrido a cualquier político en un escenario donde el Pueblo Sabio quiere divertirse, no escuchar rollos.
Algo muy importante que se le olvidó a López Obrador en la inauguración del Estadio Alfredo Harp Helú: un abucheo en un escenario como éste, es la manifestación de una inconformidad… ¿cuál puede ser ésta? pudiera el lector llenar la cuartilla con infinidad de propuestas y sugerencias como el que “los ciudadanos se dieron cuenta que él y Morena son un fraude”, “por su toma de decisiones incorrectas”, “por ser un gobierno ineficiente, ineficaz, inoperante”, que pueden ser subjetivas, objetivas y hasta “ojetivas”, pero estoy seguro que la inconformidad es con la que concluimos el párrafo anterior: la gente está inconforme que le metan un político a su diversión…
Aunque lo más relevante de todo esto, es la falta de respeto… no al Presidente, sino la falta de respeto del Presidente al Pueblo que lo abucheó porque de un modo u otro, este “¡Buu!”, “¡Fuera!” acompañado de la silbatina, es una manifestación de Libertad de Expresión, y al llamarles “Porra Fifí”, nos deja en claro que si no le aplaudes o echas porras ¡te va a batear!
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