Cuenta la leyenda que hubo una vez, en México, una clase política que pretendió privatizar la educación pública. Para eso, se valió de los consejos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ésta sugirió impulsar un amasijo de leyes agrupadas en una Reforma Educativa. Inmediatamente los barones del dinero, refugiados disimuladamente en falsas fundaciones, secundaron y apoyaron esa propuesta que seguramente les traería pingues ganancias.
Sin embargo, y a pesar que el Estado represor sacó a las calles los granaderos para enfrentarlos contra maestros y maestras que sólo iban escudadas y protegidas por sus sombreros y sombrillas, no lograron consolidar sus mezquinas pretensiones. Rápidamente, por todo el país, los maestros se organizaron y salieron a las calles a luchar hombro a hombro contra la aventura neoliberalista del títere que estaba al frente del gobierno.
La lucha no fue fácil, hubo bajas dolorosas, algunos maestros perdieron la vida, otros fueron golpeados salvajemente y muchos fueron marginados y humillados por sus propios compañeros que hoy se presentan como falsos redentores de lucha contra la mal llamada Reforma Educativa.
Sin embargo, al paso del tiempo, cada quien ha ido ocupando su espacio; algunos vivales, que se aprovecharon de la lucha magisterial, traicionaron a sus compañeros y se traicionaron ellos mismos al dejarse seducir por las mieles del poder y un pedazo de pan. Pese a todo, y aunque el gobierno anterior ha desaparecido, esta lucha aún continúa, esta lucha aún no acaba.
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