Si el gobernador no ha querido responder al nepotismo que cunde en su gobierno, de hecho no quiere responder a nada, la diputada de Morena, Rosalinda Galindo, menos les iba a responder. A la pregunta sobre la contratación de sus familiares en el gobierno de Cuitláhuac García, ella se salió por la tangente y dijo: «Mi familia es una familia honorable, que nunca hemos dado nada de qué hablar».
Pero diputada, aquí no se está cuestionando si su familia es o no honorable; no se le está preguntando si van a misa o si rezan antes de dormir; no se le está preguntando si se asean todos los días de la semana o si reparten sus bienes a los pobres. Aquí el punto es saber si usted utilizó su cargo como diputada y su cercanía con Cuitláhuac García para colocar a su familia en puestos públicos, lo cual no es ilegal, pero es inmoral.
Aquí el punto es si está siguiendo los preceptos de la Cuarta Transformación, porque ya lo dijo López Obrador, la finalidad es desterrar el nepotismo. Pero al parecer, para esos cuestionamientos la diputada, como el gobernador, no tiene respuesta.
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