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Un gobernador sabadaba defiende el nepotismo y hace quedar mal al propio AMLO

Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB

Los poderosos vientos de la cuarta transformación no se sienten en Veracruz. El titular del Ejecutivo local no ha llenado las expectativas de Andrés Manuel López Obrador ni ha sabido cumplir sus promesas de campaña. Después de 100 días de gobierno, los veracruzanos comienzan a sentir en su boca el agrio sabor de la desilusión. Dentro de su propio equipo de trabajo, existen desacuerdos y comienzan a parecerse a las tribus del enflaquecido PRD. Cada quien jala por su lado.

Los morenistas de cepa, aquellos que se gastaron en la campaña para que el hijo del maestro Atanasio llegara a la gubernatura, fueron desplazados por oportunistas del PAN y del PRI en puestos claves. Muchos se quedaron con el folder abajo del sobaco, nunca fueron llamados a pesar de que el propio Cuitláhuac les había asegurado un espacio para laborar.

Hoy en Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez hace quedar mal a Morena, hace quedar mal al propio Andrés Manuel López Obrador. Ni se bajó el sueldo, defiende a sus colaboradores y justifica su nepotismo y, lo peor, no se ve para cuándo quiera cambiar de actitud o no se vislumbra por el momento un golpe de timón. Al menos en seguridad, se respira un ambiente hostil y violento en ciudades como Coatzacoalcos, Poza Rica, Córdoba y en la propia capital del estado.

Pero de algo si pueden estar seguros los veracruzanos, el gobernador apacigua sus penas y problemas bailando salsa todos los sabadaba. Total, para eso está el presidente, para dar la cara por él.