Los morenistas de cepa, aquellos que se gastaron en la campaña para que el hijo del maestro Atanasio llegara a la gubernatura, fueron desplazados por oportunistas del PAN y del PRI en puestos claves. Muchos se quedaron con el folder abajo del sobaco, nunca fueron llamados a pesar de que el propio Cuitláhuac les había asegurado un espacio para laborar.
Hoy en Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez hace quedar mal a Morena, hace quedar mal al propio Andrés Manuel López Obrador. Ni se bajó el sueldo, defiende a sus colaboradores y justifica su nepotismo y, lo peor, no se ve para cuándo quiera cambiar de actitud o no se vislumbra por el momento un golpe de timón. Al menos en seguridad, se respira un ambiente hostil y violento en ciudades como Coatzacoalcos, Poza Rica, Córdoba y en la propia capital del estado.
Pero de algo si pueden estar seguros los veracruzanos, el gobernador apacigua sus penas y problemas bailando salsa todos los sabadaba. Total, para eso está el presidente, para dar la cara por él.