Se sabe también que las autoridades escudriñaron hasta en sus preferencias sexuales, y que hay hojas enteras dedicadas a hablar de las actividades sentimentales y sexuales de Juan Gabriel. Sin embargo, al inicio de este documento se señala que esa información no está incluida dado que la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública prohíbe difundir información que pueda dañar o poner en riesgo la imagen de la figura pública. Lo que sí se encuentra descrito es su paso por Lecumberri, y cómo fue que salió ocho meses después de haber ingresado.
Se destaca que el intérprete siempre era acompañado por guardaespaldas, y que mintió sobre sus datos generales. Por ejemplo, en varios documentos falseó su nombre, su lugar de origen, su fecha de nacimiento y hasta su domicilio y profesión. En algunos mencionó ser originario de Parácuaro, Michoacán, y en otros puso que había nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, incluso se señala que nunca pudo rastrearse el acta de nacimiento del Divo. Más allá de los datos en torno a Juanga, con estas revelaciones, lo único que nos queda claro es que el gobierno tenía las narices bien metidas en la vida de las personalidades de la época.