Los años maravillosos

Toma de la fachada del café Emir en Xalapa FOTO: XALAPA ANTIGUO
- en Opinión

Jorge Díaz Bartolomé / La historia del café Emir inicia con la llegada de los señores Nachita y Tanos Grayeb, procedentes de Líbano. Ya establecidos en Xalapa, dos de sus hijos José y Elías Grayeb Yegi inauguraron a mediados de los cincuenta un café-repostería en la calle Enríquez, donde actualmente se ubica la tienda Sears. Cuando don Elías Grayeb construyó el Pasaje Tanos, el Café Emir cambió su ubicación a ese lugar; fue hasta 1958 cuando lo subarrendó don Antonio Ballesteros Aguirre, siendo aún novio de doña Silvia Grayeb Grayeb y fue precisamente ahí donde contrajeron nupcias. Elías Grayeb Yegi al no tener hijos, heredó a su sobrino don Carlos Rojas Grayeb el pasaje Tanos, que con los años fue vendiendo en condominio.

Bajo la administración de la familia Ballesteros Grayeb, el Emir vivió sus mejores años, fue en ese lugar donde ser realizaron los carnavales más memorables de Xalapa, amenizados por la gran batucada brasileña que contrataban cada semana; en la planta alta del local tenían lleno total para celebrar las fiestas carnestolendas. Los conciertos de música pop y rock eran muy concurridos, también se realizaban obras de teatro; inclusive se recuerda aquella fiesta con cinco grupos de mariachis que causó furor entre todos los asistentes. Era un atractivo lugar donde los jóvenes acudían después de los desfiles cívicos a tomar aguas frescas y helados; fue en el Emir donde se arreglaron muchos negocios, donde iniciaron muchos romances, donde se comprometieron muchas parejas e incluso, donde se casaron, porque también lo solicitaban como salón de recepciones.

El gobernador Antonio M. Quirasco (1956-1962), un hombre sencillo y atento que le gustaba convivir con los amigos, acudía frecuentemente a tomar un café americano al Emir, llegaba sólo, sin seguridad personal, caminaba desde Palacio de Gobierno para encontrarse con su hermano Pancho, su Secretario de Gobierno Mario Rebolledo Hernández o con algunos amigos. Es importante mencionar que nadie lo molestaba, ni la prensa, ni la gente acudía a solicitarle favores, sólo lo saludaban, respetaban el tiempo que dedicaba a saborear un buen café en compañía de amigos y familiares.

Durante el gobierno de don Fernando López Arias (1962-1968), sucesor de Quirasco, fue gran impulsor del deporte estatal, en el Emir se sirvieron durante una semana desayunos, comidas y cenas para 3,000 personas que competían en los recién inaugurados gimnasios C, Allende y Omega. La carne la compraban en la carnicería “La Fortuna” de la ciudad de México, tuvieron que instalar una cámara frigorífica para conservarla; las arpillas con frutas y verduras se adquirían en el mercado San José y cada día, el establecimiento se llenaba de jóvenes atletas.

Don Antonio Ballesteros, un empresario de gran visión empezó a traer espectáculos de primer nivel y así, los xalapeños pudieron disfrutar de las locuras de El Loco Valdéz, la inigualable belleza de Zulma Faiad, una modelo y vedette argentina conocida por haber participado junto con Mauricio Garcés en la película Modisto de Señoras (1969); el comediante Sergio Corona, un trío de cómicos italianos y otros espectáculos exitosos procedentes de la ciudad de México. En la década de los setenta, la música causó toda una revolución cultural y musical en el mundo y el Emir siempre estaba a la vanguardia de la época; algunos grupos que amenizaron las tardes xalapeñas fueron los Monkys quienes poco tiempo después cambiaron su nombre por Los Joao, integrado por Filemón y Armando Arcos, Roberto Alarcón y Jorge Arturo Barragán Montiel. Otros grupos del momento eran Manzana de Cristal, Los Gremmies conformado por Memo y Kiko Nájera, Toño López Colorado, Rafael Cerrillo y Nano Tobalina; Los Beens, este último integrado por Gus, Armando López Ramírez, Mario Hernández Córdoba, Ernesto Moreno Luce y Guillermo Bouzas quienes deleitaban a los jóvenes con la música de los Beatles, Creedence, James Brown, entre otros.

Así fue pasando el tiempo, los sábados y domingos los xalapeños acudían a escuchar música en vivo, disfrutar de un buen café, los deliciosos pasteles que aún recuerdan muchas personas. Después de más de 30 años de jornadas intensas de trabajo, ya que en ocasiones se abría desde las 7 de la mañana y se cerraba a las 5 de la mañana del día siguiente, el café Emir cerró sus puertas para siempre en los primeros años de la década de los noventa. Porque recordar es volver a vivir, esta es una parte de aquel Xalapa Antiguo de nuestros padres, de nuestros abuelos.

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