Dicen los de Morena que ellos no han dictado ningún manual para los eventos de López Obrador donde se incluye un punto para abuchear y lanzar rechiflas a los gobernadores que no son de su partido. «Dirá el sereno», como dice el pueblo, pero el caso es que en cada entidad donde Andrés Manuel López Obrador se presenta y coincide con un gobernador de oposición, siguiendo el protocolo, los abucheos y las rechiflas se siguen dando.
El último en padecer esas rechiflas fue el gobernador de Colima, Ignacio Peralta, quien de plano dejó que las rechiflas siguieran, miró su reloj y declaró que al parecer esa rechiflas y abucheos ya son parte del protocolo. Al parecer los dirigentes de Morena podrán decir que ellos no dictaron nada, pero se les ve muy contentos mirando cómo sus partidarios se comportan como verdaderos fanáticos.
Si en realidad fueran decentes, como pregonan ser, los dirigentes de Morena exhortarían a sus partidarios que brinden respeto, sin limitar por supuesto sus expresiones legítimas. Y es que los ciudadanos tienen derecho a reclamar a los gobernantes por su actuar, por sus decisiones equivocadas. Pero no se debe crear un manual para que los pejezombies se despierten y lancen aullidos sólo porque su dirigencia se los ordena.
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