Después de los linchamientos en Soledad Atzompa y con la amenaza de más disturbios, el gobernador de Veracruz acudió a la comunidad para entrevistarse con los pobladores. En ese encuentro no se permitió que se acercara la prensa, con eso de que la gente luego se refiere al gobernador con frases coloquiales y no vaya a ser que se cuele la información como sucediera en Chinameca. Al final no llegaron a nada, sólo se plantearon los temas de las guardias comunitarias, sin que se planteara si se iba a trabajar en la formación o no.
Los acuerdos quedaron entre ellos, pero se supo que uno de esos acuerdos fue reforzar la vigilancia con el auxilio de la fuerza pública, cosa que al final no se cumplió porque para toda la población y sus comunidades sólo se enviaron dos patrullas que anduvieron haciendo recorridos por el centro. Con semejante aparato de seguridad que acompaña al gobernador se entiende porque él se niega a reconocer la inseguridad en el estado.
Claro, si todos anduviéramos con 20 vehículos de seguridad y hasta con una tanqueta, nos reiríamos de los delincuentes. Pero el caso es que el gobernador se hace acompañar de ese aparato porque tiene miedo, porque sabe que su figura como gobernador no está consolidada y que en cualquier momento alguien le puede faltar al respeto o incluso podrían atentar contra su vida.
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