Mussio Cárdenas Arellano /
* Una turba golpea, mata y quema a seis * Atzompa suplanta al Estado * Seguridad Pública se apanicó * Y el gobernador, pasmado * Fracasa el juicio político a Winckler * Desertan diputados de Morena * Destruye alcalde de Coatza canchas de futbol * Otro yunista que permanece en CAEV * Ex priista, ahora moreno, acosador de menores
Una turba, azuzada por la violencia que no tiene fin, se vuelca sobre cuatro sujetos, los somete, los tunde a golpes, los ve consumirse en el fuego del rencor. Son los linchados de Soledad Atzompa. Es el Veracruz que se le desmorona entre los dedos a Cuitláhuac, el gobernador.
Son cuatro muertos y hay dos más.
Y es un gobernador aterrado, pasmado, al que se le congela la sangre y pierde el aliento frente a un mar de sangre descomunal.
Atardecía, el jueves 21, y en Los Colorines todo se enrareció. Serían las 6 y la quietud se volvió caos. Dejó de reinar la paz y los demonios tomaron el control.
Una patrulla, una autodefensa, detecta un convoy de autos manejados a gran velocidad, circulando sobre la carretera que va de Ciudad Mendoza a Atzompa, la cabecera municipal, en plena sierra de Zongolica. Siguen su rastro. Hacen por huir. Los persiguen, los interceptan. Hay disparos, según el parte de la Secretaría de Seguridad. Los desarman y los conducen, sin saberlo, a su trágico final.
Son cuatro sujetos. Otros tres, en la confusión, con algo de suerte, logran escapar.
Detectados por el pueblo, son arrebatados a la Policía Municipal y la autodefensa. Unos 400 pobladores los toman para sí.
Van los golpes. Van las condenas. Van los reclamos y las maldiciones. Va de todo, incluida la imputación crucial: son secuestradores y querían levantar maestros al concluir la jornada escolar.
Ahí ya están muertos antes de morir. Y nada los puede salvar.
Son colocadas barricadas en los caminos rurales que conducen a Soledad Atzompa, impidiendo que policía y cualquiera otra fuerza se pueda acercar.
A golpes, la turba los sentencia. A golpes, estos endemoniados tienen ya el veredicto fatal: que se mueran antes que vuelvan a secuestrar… si es que son secuestradores.
Enfurecidos, sueltan su carga de furia y rabia. Enfurecidos, amenazan al que intenta rescatar a los secuestradores, según ellos, que iban por maestros rurales.
Así, la policía se repliega, alertando, advirtiendo que mejor ni meterse con la población.
Transcurre el festín de odio. Caen los presuntos delincuentes y se levantan para luego volver a caer, queriendo resistir, cediendo hasta desfallecer, deseando que lo que ha de ocurrir, ocurra ya.
Uno de los “secuestradores” es golpeado a mansalva. Le arrancan los ojos. Muere.
Otros dos son molidos a golpes. Luego reciben un disparo en la cabeza. Es el tiro de gracia.
Uno más cae por la fuerza de los violentos, rendido a su suerte, por la “justicia ilegal” que se arroga la población.
Alguien acerca recipientes con gasolina. Les prenden fuego. No se cocinan. No arden pese al esfuerzo de la gente por avivar las llamas.
Así fluye el relato de policías, alcalde, fuentes de Seguridad Pública, dando forma al crimen bestial.
Hacia las 10 de la noche, patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública ingresan a Soledad Atzompa. Hallan los cuerpos, tres ellos sin ser consumidos por el fuego.
A 36 horas del linchamiento, el festín de sangre vuelve a ocurrir. Otros dos presuntos secuestradores son apresados por la turba. Los hallaron y les dispararon, quedando uno herido. Los tunden hasta dejar de existir.
Y el gobernador pasmado.
Y la Secretaría de Seguridad, peor.
Se excusan los uniformados con un argumento tan vil como inaceptable. Enardecido, “el pueblo tomó el control” y “no permitió que alguien se acercara”.
Un comunicado de la SSP da cuenta de la fragilidad de sus elementos, la tropa que teme, la institución que no sabe reaccionar.
“Los pobladores tomaron medidas extremas —dice el documento—, lo que dio como resultado cuatro hombres quemados, de los cuales dos presentaron impactos de arma de fuego en la cabeza, así como tres vehículos calcinados”.
Y otra pifia de la Secretaría de Seguridad: “lamenta y condena los hechos de violencia”.
¿Está para lamentar o para enfrentar a la delincuencia? Valiente seguridad e infame excusa. ¿Y la coordinación con el Ejército y la Marina, los helicópteros que sirven para acciones sorpresa, la coordinación institucional?
Ofreció la SSP que reforzaría la seguridad para salvaguardar el orden.
Un día los cundió el miedo. Y al tercer día, cuando fueron linchados otros más, ¿también?
Pueblo bravo el de Atzompa, tan bravo que ni militares ni malosos los dominan. El gobierno menos.
Pueblo bravo donde hará una década una anciana indígena, una mujer que no dañaba a nadie, doña Ernestina Ascensión, fue ultrajada, con daño irreversible en sus órganos, por militares.
Pueblo bravo, radical, exigió justicia. Si no, ardería la sierra de Zongolica.
Dictaminaron los forenses que murió por la penetración y destrucción de órganos vitales.
Dictaminó un legista impostado, Felipe Calderón, presidente, que la muerte fue por gastritis.
Determinó el intragable Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador de Veracruz, que murió como dictaminó Calderón. Y a los legistas los cesaron. Y los obligaron a cambiar su reporte.
Había que salvaguardar al Ejército mexicano, a sus elementos que violan ancianas, generando la ira del pueblo, el repudio a los criminales que ensucian el uniforme y la institución.
Publicada la fotografía de Ernestina en Proceso, Fidel se engalló. Y quiso ganarse a Calderón. Denunció a Rodrigo Vera y Regina Martínez, reportero y corresponsal, sin que el acoso funcionara.
Regina fue asesinada tiempo después, en su hogar de Xalapa, el 28 de abril de 2012, en el funesto gobierno de Javier Duarte, el pupilo de Fidel.
Arde Soledad Atzompa. Arden los linchados. Arde Veracruz.
Y el gobernador Cuitláhuac García dando rienda a sus obsesiones, candidato al diván, al silencio del psiquiatra que escucha al frustrado, a ver si lo puede salvar.
Arden los linchados y a esa hora Cuitláhuac ventea sus odios en la reunión de seguridad, en la base de la Naval de Coatzacoalcos, excluyendo al fiscal de Veracruz, Jorge Winckler Ortiz.
Negado el paso, al fiscal no le llegó invitación. Pero fue. Y sabiendas que no tendría acceso, atrajo lentes y cámaras, grabadoras y preguntas, generando el impacto mediático que se propuso tener.
Y Cuitláhuac se lo propició.
Winckler soltó información. Habló de cifras, aprehensiones, de la violencia que detona. Y enfatiza: el punto clave es la prevención. Y la prevención corresponde al gobernador.
A las puertas de la base naval, Winckler increpa al alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Quería el edil cifras, exigía datos, algo que demostrara que el fiscal trabaja. Y cuando lo tuvo cara a cara, se arrugó.
Minutos después, Winckler hizo una más. Entregó al superdelegado del gobierno federal en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, los documentos que leería en la reunión de seguridad. Y lo conminó que las diera a conocer.
Masacrado por la violencia, por los seis linchados de Soledad Atzompa, por los levantados y ejecutados en todo Veracruz, Cuitláhuac sólo tiene una obsesión: el fiscal Winckler.
Su discurso se centra en él. Cuestionado por los medios resume: Winckler no fue invitado a la reunión de seguridad. “Es como aquel que no es invitado a una fiesta y va”, expresó.
Jodido el cerebro del gobernador. Una reunión de seguridad no es fiesta para el relax. Van los que tienen que ir. Van los que traen información, contribuyendo a la estrategia para abatir la violencia.
Y Cuitláhuac ya delira. Se le incendia Veracruz, se disparan los secuestros y homicidios, crece el poder de los cárteles y en lo único que le inunda la mente es deponer al fiscal.
Hay seis linchados. La brutalidad no sólo es de los capos y sus sicarios. La brutalidad anida en el pueblo que hace justicia por mano propio, porque Seguridad Pública no previene, no cerca al delincuente, no desmantela bandas, no aprehende a los malosos, no los apaña en flagrancia.
Crece la estadística de muerte. Primer lugar en secuestro. Primer lugar nacional en homicidio. Primer lugar entre los gobernadores ineptos. Primer lugar en perversidad.
Y mientras, la violencia devora a Veracruz.
AMLO: llévalo a tu reino por el bien de la nación.
Archivo muerto
Todos maltrechos, los de Morena saben ya lo que es la humillación. Debían sus diputados echar a Jorge Winckler de la Fiscalía de Veracruz, vía dos juicios políticos, y les faltó operación. O les sobró soberbia. Fallaron una vez —febrero 7—, cuando viendo que los votos no les daban, decretaron un receso de 17 horas. Vencido el plazo, observando que no ajustaban el número de legisladores para acreditar mayoría calificada —febrero 8—, como establece la Constitución para iniciar un juicio político, ni siquiera se pararon por el recinto del Congreso de Veracruz. Ahí, el bloque panista y los diputados Gonzalo Guízar, de Encuentro Social; Erick Iván López Aguilar, del Partido del Trabajo, y Juan Carlos Molina, priista que se pronunció independiente, sumaron 19 votos en contra y hasta lo registró un notario público. Máximo, Morena tendría 31 sufragios cuando que la mayoría calificada se da con 34 votos. Y entonces el receso se volvió desvergüenza. Pasaban los días y nada. Urgidos a cumplir con el reglamento del Congreso, este viernes 22 se votaron las dos iniciativas para llevar a juicio al fiscal Winckler. Y en las dos ganó Morena pero perdió. Una, donde alcanzó 27 votos por 20 de la oposición y tres abstenciones de morenistas. Otra, obteniendo 30 votos contra 18 de la oposición y una abstención. Ahí la traición de Enrique Cambranis y Nora Jessica Lagunes Jáuregui, en que los panistas votaron a favor del juicio político. Ahí la ausencia de Judith Pineda Andrade por ser afín a la corriente de Joaquín Guzmán Avilés, ahora rival del yunismo. Nunca alcanzó mayoría calificada. Nunca los 34 votos. Y Winckler, sin decir nada, venció a Cuitláhuac García, el gober fallido de Veracruz, y al secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, cuya inquina y altivez, el del clásico engreído que vocifera sandeces, de discurso agrio y mayores traspiés, llevó a Morena al desastre y a la burla general. Horas después, Morena se comenzó a partir. Perdió cuatro enclaves más. Renunciaron a su fracción Magdaleno Rosales Torres, Jessica Ramírez Cisneros y Augusto Nahúm Álvarez Pellico. Con el petista Erick Iván Aguilar López, conformaron una nueva fracción parlamentaria, Juntos Haremos Historia. Y sí que la hicieron ya. Tres de ellos son de la línea del superdelegado del gobierno federal en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Y al paso que van, otros diputados de Morena dejarán su bancada. Hoy Morena tiene 24 diputados. La mayoría simple se extingue. La presidencia de la Junta de Coordinación Política pronto cambiará de dueño. Se verá entonces, por qué López Obrador despotrica contra Cuitláhuac y Patrocinio. Por inútiles y faltos de visión… A golpe de marro, Víctor Manuel Carranza viola un amparo. Sin que causara estado la sentencia que sobreseyó el juicio tramitado por la Liga Municipal de Futbol, buscando evitar el desalojo de la Unidad Deportiva Miguel Hidalgo, el alcalde envió maquinaria y policía a consumar el abuso. Notificados de la sentencia —febrero 14— disponían de 10 días hábiles para interponer algún recurso legal. Y en eso andaban cuando este jueves 21 inició la destrucción de los campos de futbol, el estadio Revolución, derribando bardas, retirando porterías. Enemigo del futbol, el alcalde de Coatzacoalcos sirve al negocio y a los negociantes, se pliega a los pillos que, montados en los 60 millones del Programa de Apoyo a Comunidades y Medio Ambiente (PACMA), lucran con el dinero obtenido, con la asignación de la obra, con el costo real, con el disparo de precios, en lo que los dueños de Fosmon son expertos, y en todo lo que habrá para confeccionar esa mafufada llamada Parque Central, un botón ecológico perdido en un mundo de contaminación industrial —la de Pemex y las empresas privadas— y sanitaria —los millones de litros de agua con heces fecales vertidos al mar y otros cuerpos de agua—. Pregona el Dios Peje que a los jóvenes hay que aportarles alternativas que los alejen de la tentación del ingresar al crimen organizado, y el deporte es una de ellas. Y acá el alcalde de Morena, Víctor Carranza destruye los campos de futbol. Ya se tramita el incidente de violación al amparo. Y que el edil le explique al Poder Judicial Federal… Allá los que lo oyeron y aún lo ven ahí. No hubo día que no lanzara burlas a Morena, condenas a Morena, descalificación a Morena. Y Arturo Rubín, siendo yunista azul, permanece en la CAEV Coatzacoalcos. Causaron baja los seguidores de Luis Rendón, el ex director, pero Rubín no. Fue acogido por el nuevo titular, Jaime Martínez Webb, que aún tiene en nómina a la otra facción del yunismo, los recomendados de Rafael Abreu. Son los rasgos, las huellas, del entendimiento Morena-yunismo azul, a espaldas de Cuitláhuac García, el gober, y Andrés Manuel, don Cristo López Obrador… ¿Quién es ese líder y operador, funcionario de alto nivel pero poca efectividad, al que le huyen las féminas del ayuntamiento de Coatzacoalcos, por mañoso y abusivo, por metemanos y empalagoso? Una pista: fue priista. Otra pista: tiene especial gusto por las menores de edad. Una conclusión: es un caso de pederastia en palacio municipal…
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