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Rocío Nahle, el arte de quedar en ridículo; mejor ponerla en la Secretaría de Asuntos sin Importancia

Andrés Manuel López Obrador tiene un muy particular estilo de gobernar. El mismo estilo que implantó desde que era Jefe de Gobierno del Distrito Federal. A muchos no gustan sus conferencias mañaneras, pero es la manera como López Obrador dicta la agenda nacional. Pero esas conferencias mañaneras también han servido para exhibir a algunos de sus funcionarios, exhibir su pulcritud, su eficiencia, pero también su ineptitud.

El día que una reportera increpó a Jesús Ramírez Cuevas, encargado de Comunicación Social de la Presidencia, el encargado de esta área respondió sin titubeos y con puntualidad los cuestionamientos sobre su sueldo y el supuesto sobresueldo. Pero las veces que le ha tocado a la señora Rocío Nahle, secretaria de Energía, lo único que ha demostrado la exdiputada es su ignorancia y su poca preparación.

Un día no llevó los datos sobre la importación del petróleo que el presidente le pidió; otro día quiso entender la gravedad según Newton, pero sólo cantinfleó; otro día dijo que sí se utilizaría la técnica del fracking para extraer petróleo y el mismo AMLO la tuvo que corregir, «fracking no». No se cansa Rocío Nahle de quedar en ridículo. Tal parece que lo mejor será ponerla en una dependencia acorde a su preparación, algo así como la Secretaría de Asuntos sin Importancia; igual ahí sí da la talla.

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